viernes, 21 de enero de 2011

“Palabras de Aliento”



PENSAMIENTOS INDIGNOS DE DIOS

Es justo que nunca representemos a Dios como un ser duro. Le llamamos misericordioso, bueno y amable, pero a veces en el fondo del corazón pensamos que Él es difícil. De aquí provienen la mayoría de las inquietudes espirituales de las almas buenas.



Dios se duele de este falso concepto que tenemos de Él. Nos imaginamos como si fuera insensible, exigente y dispuesto a reclamar todo cuanto pueda de nosotros sin otorgarnos nada en retorno equivalente y tememos incluso que nos sobrevenga una desgracia y que la desventura caiga sobre nosotros si no llegamos a tenerle contento. Es este un concepto erróneo del Señor.



Dios me ha dado pruebas manifiestas de su infinito amor y continuará dándomelas. No me ama hoy para odiarme mañana. Deja de ser, como los hombres, caprichoso e inconstante. Ante todo reclama que le correspondamos. Así, cuando le ame, la dicha y el entusiasmo por lo divino llenarán enteramente mi vida.



A menudo nos decimos: No tengo más que un talento, otros en cambio tienen cinco. Enterraré el mío, y así no correré riesgos. He de tener en cuenta, no obstante, que el carácter y el temperamento de cada uno, desde toda la eternidad, han estado combinados de tal suerte, que el uno se adapte al otro y se identificasen con nuestra vida. Es preciso no desconocer que lo que caracteriza a otro no me convendría a mí, y que no será juicioso anhelar lo que otros poseen mientras diseño lo que me es propio.



No digas nunca: A juzgar por mis talentos, es bien notorio que Dios no me ama mucho; es evidente que no espera gran cosa de mí – Piensa, en cambio, y a menudo, que Dios desea ardientemente nuestro amor.



Pide, ruega, suplica insistentemente las gracias divinas y no dudes que las obtendrás.



BASTA DE LAMENTOS

Ante la leche derramada nada se puede hacer. Basta de lamentaciones. No te apesadumbres por las faltas y errores pasadas. Deja tranquilo tales ingratitudes, abandónate en las manos de Dios. Haz cuanto antes un acto de amor. Luego, no pienses más en ello.



¡Cuántas veces la depresión causada por el pecado es peor, y mantiene al alma que la sufre más alejada de Dios que el mismo pecado!



No pierdas el tiempo en un desaliento inútil, antes bien levántate y corre a Dios. Aproxímate a Él, no te mantengas alejado, cabizbajo.



Atiende a los que están diciendo. Hay personas que tienen siempre ojo abierto al pasado y otro hacia el futuro, en vez de tener los dos ojos fijos en el presente. No malogres tu tiempo, insisto, en lamentaciones acerca del pasado, o en adivinar el porvenir. La gracia te favorecerá para hacer frente a las dificultades de hoy. ¡Cuán pocos será aquellos que saldrán airosos de su tarea proponiéndose solamente desarrollar sus capacidades de concentración! Lo que impide este desarrollo es la incensante preocupación que sentimos con respecto o de cara al futuro. Dejemos el mañana en las manos de Dios.



PENSEMOS BIEN DE DIOS

Piensa acerca de Dios con benevolencia. Abriga respecto a Él, en tu sentido íntimo, una buena opinión. Dios está deseoso de que pensemos bien de Él, que nos confiemos a Él y que lo hagamos todo por amor. Nunca vayas a creer que no es fácil el perdón. Cuanto más íntima es una amistad humana, menos se teme que una palabra deslizada al azar puede enfriarla. Nuestros amigos no se alejan de nosotros para siempre cuando llegamos a herirles con alguna palabra o algún acto sin importancia.



Ten presente sobe todo que Dios no habita en las tinieblas, ni en la melancolía, ni en el abatimiento, ni en la depresión. Si alguien o algo te acongoja, no te lamentes; ejercítate en actos de esperanza y amor. La depresión no puede venir jamás de Dios; ni tampoco, por descontento, cualquier pensamiento que tienda a hacernos gravosa su servicio.



Ten siempre una opinión elevada y serena de tu Señor y Maestro.



LA SANTIDAD CONSISTE EN HACER LA VOLUNTAD DE DIOS

Nada impide tanto el progreso espiritual como el oponernos a la voluntad de Dios y nada más santo que cumplirla.

La sumisión completa es de una importancia suma. Así, pues, hay que estar siempre dispuestos a hacer cualquier cosa que Dios pretenda de nosotros cuando y como Él nos lo pida.



Tu programa sea servir a Dio por puro amor y no con fines interesados. Mi mejor petición no pude ser otra que esta:



Para mañana y sus cuidados

nada te pido, oh Señor!

Guárdame, sin embargo, guíame y ámame

sólo en el día de hoy.



LA ENERGÍA ESPIRITUAL

El santo Job dijo que la vida del hombre sobre la tierra es un continuo combate, una incesante lucha. No podemos esperar vernos libres de tentaciones o de dudas.



“Todos corren, pero no todos consigue el premio. Aquel que quiera obtener una corona inmarcesible debe abstenerse de muchas cosas”. Corintio era una ciudad renombrada por sus bellezas, su arte, su lujo…y su libertinaje. Eran famosos los juegos públicos. Por eso el Apóstol compara la vida espiritual a los juegos, a una carrera. Es un símbolo de la vida espiritual, la cual impone también ejercicio y esfuerzo, y llega no pocas veces h asta el agotamiento…



El Santo Cura de Ars, cuando se la hablaba de su santidad, decía: -“Sólo hago una cosa: no quejarme de mi pena. No se refiere a la pena en el sentido de congoja, sino en el del trabajo, de fatiga.



Estamos inclinados a la pereza y nada nos agrada tanto como no hacer absolutamente nada. Es más fácil abrir las ventanas de la disipación.



Un soldado en compañía no se asombra de verse herido o de sentirse agotado por la fatiga. “Cada día lleva consigo su trabajo”. Si tengo un mal carácter, no me faltará tarea para muchos años. Si murmuro o molesto con agudezas mordaces, ahí tengo campo abierto para ejercitarme para mis combates y para las victorias. Soy soldadote Cristo.



En una vida escondida, aparentemente monótona, sin gloria, puede haber más paz, alegría y verdadero gozo, que en la vida de una persona rodeada de lujos, de todas las satisfacciones, del amor y de la admiración de cuantos se hallan a su derredor.



CON SAN PABLO CASTIGO MI CUERPO

San Pablo dice: Castigaré mi cuerpo y lo reduciré a servidumbre, no vaya a suceder que, habiendo predicado a otros, sea yo reprobado.



En tiempos antiguos en que se practicaban grandes austeridades, no se conocía qué cosa eran los nervios. Son producto de nuestro tiempo. Dominara los nervios: he aquí las austeridades que debemos practicar hoy.



SOPÓRTATE A TI MISMO

Soporta tus depresiones, tus tristezas, tu manera de ser, tus cambios. Soportarse a si mismo es el gran acto de virtud. Muchas debilidades provienen del hecho de que las depresiones nerviosas son a menudo tratadas como un reequilibrio del alma. Hay una expresión corriente entre los jóvenes: “No valemos nada”. No perder la paciencia consigo mismo cuando no se vale nada, es una gran virtud.



La peor manifestación de los nervios es la depresión. En este estado se cree haber perdido la fe, la esperanza, la caridad, todo. Es una dura prueba. Santa Teresa dijo: Lo peor de la enfermedad es que debilita de tal manera que no permite fijar el pensamiento en Dios. Pero esto no acarrea consecuencias; lo que cuenta e importantes que se piense en dios, sino que se obre por Dios. No alcanzamos a soportar dolores pero son la ocasión más oportuna de ganar méritos para el cielo.



SOPORTAR A LOS OTROS

La mayoría d nosotros tenemos que soportar las debilidades de los demás. Generalmente es la contrapartida de lo que el prójimo tiene que sufrirnos a nosotros, dando lugar a que ello resulte cosa dura para todos. La omnisciencia no es la característica de las personas con las que convivimos. Quizá sean excelentes y obren con la mejor intención, pero cometen sus faltas o pueden hacer juicios excesivamente rigurosos. Pidamos a Dios que nos dé paciencia para soportarnos a nosotros mismos y a los demás, así decía San Francisco de Sales: “Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero en primer lugar con nosotros mismos”.



ES NECESARIO CARGAR LA CRUZ

En este mundo es necesario llegar la cruz en seguimiento a Cristo. La diferencia entre el placer y la pena estriba en el hecho de que tengamos o no nuestra mano apoyada en el de Dios. La mismo mortificación puede resultar una dicha.



El Arcángel Gabriel dijo a María: “El Señor es contigo”. También nosotros cada vez que recitamos el Ave María, deberíamos proponernos pedir al Señor que esté con nosotros. Haz la prueba, pero amando a Dios. Piensa que Él nos quiere a todos santos; si no lo somos es sólo por nuestra culpa, pero cuidado con el desánimo de que estamos tratando. Deberíamos perseverar pidiéndole que no se separe de nosotros a pesar de que estemos envueltos en tinieblas y caídos por nuestros desalientos.



Las molestias que experimentamos, Él las ha sufrido también. Por ejemplo, la monotonía. “Cuántos años pasó de carpintero sin si siquiera llegar a ser ebanista! Todo lo que hizo, lo realizaba con la esperanza de que lo imitáramos.



Lleva, pues, alegremente la carga de la vida, y estarás ya a mitad del camino de la santidad. Si Dios nos trata como ha tratado a María o a su divino Hijo, debemos sentirnos satisfechos por tal merced. La salud, la riqueza, el éxito no han sido nunca los mejores dones; rara vez obsequia con ellos a sus mejores amigos.



A menudo decimos: “Querría sentirme mejor situado en la vida, ser portento, tener riquezas, en una palabras, más talentos. ¿Abrigas la seguridad de que esto sería un bien para ti? De ser así, ten por seguro de que te habrían sido dados estos bines cuya posesión tanto ansías. No olvides que Nuestro Señor está como preocupado de saber por qué medios podrá ayudarte a amarle mejor.



Si encuentras la vida penosa, díselo a Él. Si te parece difícil ser bueno, si no aciertas a rezar en absoluto y sientes pena de ello, confíate a Él: Ahí tienes tu oración.

Si pruebas de hacer todas estas cosas por tus propias fuerzas, no triunfarás jamás; pero si pasas la vida asido de la mano de Dios, el Amor te hará todo fácil.



CONFIANZA EN DIOS

Creemos que un viaje empezado de esta manera había de resultar completamente felíz; ¿acaso no lo emprendían por orden del mismo Señor? Los discípulos se embarcaron y empezaron un viaje para cumplir la voluntad de Dios: Indudablemente será aquel un viaje felíz. Y, sin embargo, no fue así.



Súbitamente sopla un viento opuesto, hay que luchar contra toda clase de dificultades, mientras la barca ya en alta mar es abatida por las olas y por el viento contrario (Mt 14, 24).

El mar estaba enfurecido, el viento rugía con violencia, la pequeña barca se tambaleaba. “Y Jesús no estaba allí para salvarles?”



Sin embargo, el Señor estaba con ellos; pero era su querer que tuvieran que luchar con aquellas dificultades. Así mismo debemos nosotros experimentar penas en tu servicio precisamente cuando cumplimos más fielmente la voluntad divina.



El divino Maestro permitía que sus apóstoles fuesen probados por la tribulación a fin de hacer resplandecer con qué amor tan vigilante cuidaba de ellos. Igualmente permite que las pruebas nos hieran para que suspiremos junto a Él, pensemos en Él, hacia el Él nos volvamos, a Él nos confiemos y le llamemos en nuestro socorro.



Lejos de acobardarnos, debemos redoblar nuestros esfuerzos en su servicio, trabajando sin temor alguno ante cualquier fracaso que las olas o los vientos de la vida pudieran determinar, puesto que Él ve, conoce y sabe el momento en que nos ha de prestar su auxilio. No temas. Él acudirá pronto.



“Y en la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar. Viéndole ellos andar sobre las aguas, se turbaron y se decía: Es un fantasma y de miedo comenzaron a gritar. Pero al instante es habló diciendo: Tened confianza, soy Yo, no temáis” (Mt 14, 24---27).



En momentos de turbación le llamamos y Él nos responde en el fondo de nuestros corazones. Con frecuencia, a través de la misma tribulación que nos o escondía, viene y nos dice: Ten confianza, soy Yo, no temas.



Pedro avanza ansiosamente hacía Jesús, mientras no mira más que a Él; pero al fijarse en las olas o en sí mismo, se hunde. Mira tú solamente a Jesús y olvida tu peligro.

Asustado Pedro, grita: Señor, sálvame. Jesús tiende la mano y le dice: Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?

Jesús y Pedro entran en la barca; el viento se aquieta y la calma reina a su alrededor. Entonces los apóstoles adoran a Jesús diciendo: Verdaderamente eres el Hijo de Dios.



LA PROVIDENCIA DIVINA

“Mi destino está en tus manos (Salmo 21, 16). Supongamos que Dios, nos dice: Conozco lo que vale tu alma, confío en ti y dejo a tu arbitrio el elegir los medios más conducentes a tu salvación.



Que se nos presente las riquezas y la pobreza, la enfermedad y la salud, los éxitos y los fracasos, larga vida o corta, hasta el punto de poner en tus manos la elección de lo que pareciere mejor.



¿Nos sentiríamos satisfechos? Creo que no. Diríamos mejor: Señor no dejes en mis manos elegir, puesto que no sé o que me conviene.



Todavía más, ni siquiera aceptaría que mi ángel custodio o santos patronos fueran mi seguridad, porque sólo espero que la infinita sabiduría y misericordia de Dios, que e dará los medios para alcanzar mi eterna salvación.



DIOS NOS DA EL DISEÑO DE AMARLE

Creemos que la santificación es sólo un esfuerzo personal. Es, sin embargo, un don de Dios. Él nos da el deseo de amarle. La dejadez, la pobreza, la degradación son consecuencias del pecado original.



Ahora siento vivos deseos de amarle, pero soy incapaz de hacerlo, pero Él me otorga esa gracia. En un instante, Dios puede transformar el corazón más depravado en un corazón henchido de amor a Él.



Muchas veces creemos que es muy difícil tener a Dios contento. Dudamos que su muerte fue por ese amor eterno que me tiene. Lo que me pide es corresponderle a su gracia.

Una petición grande s pedirle al Señor que viva en mi corazón, que sea su morada para siempre.



LA ALEGRÍA SIEMPRE CONDUCE A DIOS

Alegraos siempre en el Señor, os lo repite, alegraos, nos dice San Pablo. La alegría siempre nos conduce a Dios; nunca nos aleja. El mundo cae en el error de considerar la piedad como ligado de algún modo con la tristeza. Así como la risa resulta saludable para el cuerpo, también la alegría bienhechora para el alma.



Alguien podrá argüir que Cristo no había reído jamás… Pero vale más la tradición que nos dice que el divino Maestro era amado y seguido por las muchedumbres.



En cada uno de nosotros está que nuestra relación con Dios resulte lo más dulce posible. Mi yugo es suave y mi carga ligera. Venid a Mí y Yo os aliviaré.



PACIENCIA Y PERSEVERANCIA

Uno de los mayores errores de nuestra vida espiritual es no darnos cuenta de que nos falta preparación. ¡Cuán impacientes nos sentimos por ser mejores, por ser santos!



El secreto del éxito en la enseñanza depende, por lo menos, en un cincuenta por ciento, de la repetición. Y, sin embargo, a nadie le gusta repetir; no resulta simpática esta piedra de amolar, que es la Gramática, porque el alumno las más de las veces cree poder prescindir de que se le vayan repitiendo unos mismos conceptos.



En nuestra vida espiritual omitimos las declinaciones, los géneros, los verbos y la sintaxis. Queremos entrar en íntimas relaciones con Dios, esperamos prolongar nuestra oración sin distracciones, deseamos adentrarnos en los secretos divinos sin antes saber deletrear.



Los amigos de Dios son ante todo humildes. Tenemos necesidad de asentar bien los fundamentos, de ejercitarnos. Nuestra preparación es insuficiente para recibir las inspiraciones del Espíritu Santo. Y siendo esta nuestra manera de proceder, ¿cómo nos asombramos de no ser mejores? ¡Cuánto nos diferenciamos de los santos que siempre dan gracias a Dios de no ser peores?



Si verdaderamente adelantas en la vida espiritual, creerás con seguridad que retrocedes. Si penetrar en una habitación oscura, es imposible que puedas ver el polvo y desaliño que la llenan, pero entreabre tan solo una ala de la ventana y te darías cuenta en seguida del polvo que llena la estancia. Cuanto más dejes penetrar la luz, más notarás el desaliño. Lo mismo ocurre con la luz de Dios: cuanto más pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestras almas, más patentes se nos harían nuestras faltas.



Luz, tres veces bendita,

Asaeta con tus rayos lo más vivo de los corazones

Que con fe por Ti suspiran.



Cuando allá en los años floridos de la juventud vivías siendo juguete de los sentidos, ¿carecías acaso de defectos? Cualquier otro, en cambio, según tú, adolecía de ellos. Te decías: “Fulano es un egoísta, tan pedante, tan apoco caritativo!” Sé más perfecto y verás mejores a los demás.



Dios no juzgó excesiva la espera de miles de años para preparar el mundo al advenimiento de su Divino Hijo. San Juan decía a sus discípulos: El hacha está puesta a la raíz del árbol…Asestemos, pues, el golpe hasta la raíz de los defectos que nos tienen alejados de Dios nuestro Señor.



Ni la lectura de los libros piadosos, ni el recitar largas oraciones, ni la ciencia de los conocimientos elevados son los auxiliares que introducen a Jesús en nuestros corazones. Lo que nos da su posesión es el amor, el deseo de vivir de Él, el esfuerzo real que nos cuesta el clavar el hacha en la raíz de un defecto.

3 comentarios:

  1. Una maravilla de entrada. No tengo palabras. Muchísimas gracias. Un fuerte abrazo ¡¡

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  2. Volveré con más tiempo para volver a leerlas.

    Muchas gracias por el trabajo.

    Un saludo en Xto

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  3. Hay un montón. yo tb volveré para leerlas con calma
    Hoy me quedo con esta

    Para mañana y sus cuidados
    nada te pido, oh Señor!
    Guárdame, sin embargo, guíame y ámame
    sólo en el día de hoy

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