viernes, 28 de enero de 2011

DICHOS “GRACIOSOS” DE LOS PADRES DEL DESIERTO




1. ¿Qué es un filósofo? – Un sabio vino un día a visitar a Abba Zenón y le pregunta: me puedes decir que es un filósofo? – el filósofo es como un ciego, responde el anciano, que busca en una habitación oscura, un gato que no existe. ¿Y el teólogo? –El teólogo es la misma cosa, pero con la diferencia que alguna que otra vez, encuentra al gato.



2. El que diga la mentira más grande. –Abba Filemón se da cuenta que está muy lejos del camino de la perfección y caminado por la plaza de un pueblo ve a unos niños que juegan con alegría, se acerca y les pregunta: ¿Qué juego es éste, hijos míos? Le responden: Jugamos al que diga la mentira más grande. –Oh, en mi tiempo no se jugaba esto. –Eso! Has vencido, Abba, exclamaron en coro.



3. Jonás y la ballena. – Un hombre que lo tenían por necio, un día fue a molestar al anciano y le dijo: Abba, tu que eres tan inteligente, puedes decirme, ¿sí es posible que Jonás halla podido quedar vivo después de estar tres días en el vientre de la ballena?- No lo sé, pero yo mismo se lo preguntaré cuando lo vea en el cielo. –¿Y si acaso estuviera en el infierno? En ese caso, tú se lo preguntas.



4. ¿De qué murió? –Abba Isaías vivía en tanta pobreza y ayunos que a la hora de la muerte, un monje preguntó: de qué había muerto Abba Isaías, lo que el anciano respondió: -No lo sé. Ni tampoco sé de qué había vivido.



5. –Tres ancianos se encontraron después de mucho tiempo. Eran avanzados de edad y hablaban de la salud. – A mi me faltan los dientes, dice el primero, tengo que mojar el pan en agua para poderlo comer. –A mí, en cambio, me falta la saliva y debo tomar una pizca de sal en la boca, antes de cada bocado. –El tercero dice: a mi no me faltan los dientes ni la saliva, pero ésta mañana el hermano que me asiste me ha dicho: Abba, el sol ha salido y tu has comido ya tres veces. Este es mi problema: he perdido la memoria.



6. ¿Por qué el perro tiene tantos amigos? – Un anciano viendo un perro, hizo esta reflexión: El perro tiene amigos porque mueve la cola en vez de la lengua.



7. Un asno que habló- Un día de mucho calor, en el desierto de Nitra, un monje caminaba fatigosamente llevando un asno de la cuerda y a la vez arrastrando una carreta. Llegó el momento en que no podía seguir y extenuado dijo: Jamás me había tocado un calor semejante en mi vida, dijo en alta voz. El asno dijo: Ni a mi tampoco. Cosa rara, dijo el monje, es primera vez que oigo hablar a un asno. Yo también, es la primera vez que oigo, dijo la carreta.



8. Una grande idea de si mismo. – Un hermano fue a encontrar a Abba Zenón el solitario y le dijo: -En el mundo he conocido un hombre que tenía una gran idea de si mismo. –Sí, ciertamente, responde Zenón, cuando uno tiene una gran idea de uno mismo es la única idea grande que tiene.



9. ¿Quién es Dios para ti? -Abba Ulises, un anciano lleno de dulzura, era muy amado de los niños del pueblito vecino. De vez en cuando, venían a su celda y se tiraban al suelo, hasta que el anciano salía y les hablaba. Un día les predicó largo sobre Dios y de la belleza de la creación. Al final les hizo algunas preguntas. Dime Daniel, ¿quién es Dios? Respondió: Dios es aquel que me ha creado. Muy bien. ¿Y para ti Jacob? Dios es mi padre. Es una respuesta muy buena. Y para ti Elí? ¿Quién es Dios? Respondió: es el padre de Jacob.



10. Vamos a litigar. – Dos monjes vivían en mucha armonía. Un día uno de ellos dijo: Pongámonos a litigar como hacen los mundanos. Le contestó el otro. Yo no sé qué es litigar. Es así: Yo pongo en medio ese ladrillo y digo: Esto es mío y tú respondes: No, es mío. Empezaron. Coloca el ladrillo en la mitad y dice: Esto es mío. El otro responde: No, es mío y dice el primero: Si es suyo, cógelo y vete en paz. Y no lograron litigar.



11. En una celebración litúrgica, el predicador hizo la homilía. Al terminar un anciano pregunta a otro: -¿Qué piensas del predicador? Se parece a Abba Antonio. –Pero Antonio no era predicador. Precisamente eso quería decir.



12. El trabajo es muy bello. –Un anciano dice: “Para un monje el trabajo es la cosa más bella. Por eso debe dejar algo para el día siguiente.



13. – Un día alguno le dice al gran Antonio: Eres el más grande monje de todo el Oriente. Y respondió: “Ya me la había dicho el diablo.”



14. Murió por la patada de un asno. – Sobre la tumba de un monje fue colocada una lápida que decía: “Aquí yace en paz, Abba Simeón, muerto por la patada de un burro. Sus hermanos sienten todavía gran dolor."



15. Una cena inesperada. – Un obispo visitaba a los monjes. Besarión le preparó la cena. El obispo le dijo: Espero que no tuvo necesidad de matar el gato para darme esta libre…No mi querido pastor, aproveché y maté la guagua que se comía las gallinas.



16. Un visitante preguntó por el Abad y uno le respondió: Acaba de salir al corral de los cerdos para llevarles la comida. Lo puede distinguir fácil porque lleva un gorro en la cabeza.



17. Una celda muy pequeña:-un anciano mostró a un novicio la celda que la habían destinado y le dijo: Aquí han vivido célebres Abbas como Pombo, Silos, Efrén, Prócoro y Eulises. El novicio sorprendido dijo: ¿Pero cómo pudieron caber tantos ancianos en una celda tan estrecha?



18. En el desierto de Scete. – Un monje corría asustado y le dijo al anciano Serapión: No sabes el susto que tengo. ¿Qué te ha pasado? –Iba caminando cuando ví en el camino un ramo seco y creí que era una serpiente, y por eso te asustas? Sí, porque agarré el ramo seco y era una serpiente de verdad.



19. El perro que se comió una gallina. – Abba Paco tenía un perro que lo seguía a todas partes y un día mientras caminaba por el campo, se le acerco un vecino y le dijo: Ese perro se me comió hoy una gallina. Y el monje le dijo: haces muy bien en decirme. Así esta noche no le daré comida.



20. Dormía con animales. – Abba Ciro dormía con cabras, conejos, gallinas y otros más. Un día le dijo un amigo: No sabes que dormir con animales es peligroso para contraer una enfermedad? El anciano respondió: Hace mucho que duermo con ellos y hasta ahora no se me ha enfermado ninguno.



21. Cuando se muera uno de los dos. -Un día un monje que vivía con otro le dijo: Hermano, cuando uno de los dos se muera, yo me volveré para el monasterio de Scete.



22. Un monje que se perdió. – Abba Heraclio y Agatón, eran venerables ancianos de un monasterio sobre las riveras del Mar Rojo y un día se fueron a pescar por la necesidad de alimento. – Ya muy tarde regresó Heraclio con un gran pescado que difícilmente podía arrastrar. Los hermanos se acercaron y muy contentos, exclamaron: Qué gran pescado has traído. Y el anciano respondió: mucho más grande era el pez que se tragó al hermano Agatón.



23. ¿Cómo es su temperamento? – Un anciano del Monasterio de Siria, escribió a otro monasterio y la carta decía: ¿Ha venido de allá el Hermano Eulalio que ha estado allá por un tiempo. Ruego el favor de decirme, ¿es de carácter estable? Después de dos meses, recibió una corta respuesta: Es totalmente inmóvil.



24. Era muy perezoso. -Los padres del desierto trabajaban mucho, pero no faltaba algún perezoso. Un día el Abba dijo al monje: Tengo que salir: Te recomiendo, si ves a un hermano que hace pereza ayúdale.



25. Si no se ríe no es serio. -Dijo Abba Querubín: “No me hables nunca de un monje que jamás se ríe. Ese no es un monje serio.



26. No eches la culpa al espejo. – Es tan feo el mundo, dice un hermano al anciano, que muchas veces me siento feo yo también. Le dice el anciano: “Si tienes esa cara así, no le eches la culpa al espejo.



27. Cuando se termina la cena. -Los hombres son ingratos porque terminada la cena, ya no se aprecia la cuchara.



28. Sirve más tu ausencia. – Un hombre que molestaba mucho a Abba Macario con sus impertinencias, un día le dijo el santo: “Nunca tu presencia estará a la altura de tu ausencia.”



29. Nunca se bañaban. Los padres del desierto vivían muy rústicamente y se bañaban muy poco. Un día Abba Sofronio por orden del médico fue obligado a ir a Alejandría a bañarse. A su vuelta dijo al hermano que le asistía: Ha sido una tortura esa tarea y para colmo de males he perdido la camisa en el baño. Dos años más tarde el médico le ordenó de nuevo ir a Alejandría para el baño y al regresar dijo al hermano con alegría: He logrado encontrar la caminsa. Y dónde, le pregunta el hermano. La tenía debajo de mi franela.



30. He soñado que estaba en el paraíso. -Un anciano tenía como compañero un monje que lo hacía sufrir mucho. Un día le dijo el anciano: Hermano, esta noche he soñado que estaba en el paraíso. Y el hermano le pregunta: ¿Y yo también? No. Precisamente por eso me convencí que estaba en el paraíso.



31. Aquí reposa Abba Celio. – En la tumba de abba Celio fue colocada una lápida que decía: “Aquí reposa Abba Celio, cuyo cuerpo fue sepultado en Alejandría.



32. No a todos les gusta el dulce. -Vivía un monje muy trabajador con uno muy perezoso que prefería a tranquilidad de no hacer nada. Un día le dice al perezoso: Hermano, el trabajo endulza la vida y el otro le respondió pero no a todos les gusta el dulce.



33. Dice Abba Arsenio acerca de los que beben para olvidar: El daño mayor le viene cuando empieza a tomar para olvidar, pues se le olvida el momento en que debe terminar.



34. Compromiso de no dejarlo hablar. -Un día viene del mundo un hombre muy hablador y busca a Abba Macario. El portero le dice: Lamento mucho pero hoy Abba Macario está muy ocupado y no puede hablarle. Responde el visitante: Le aseguro hermano que en cuanto a mi toca, no lo dejaré hablar ni una palabra.



35. Un hermano que se quejaba mucho. – Un hermano acudía a su Abba para decirle: “Siento dolores en todo el cuerpo…Otro día: siento calambres y fiebre.

Otro día: me muero de esta gripa…Por un tiempo no volvió a aparecer, hasta que regresó y el Abba le preguntó: ¿Qué te ha pasado que no habías vuelto? –Era que estaba muy enfermo.



36. Peligro de acabarse las enfermedades. -Abba Eustacio, que además de ser un hombre de Dios, era también médico naturalista con gran fama, tenía en su celda un laboratorio y un día dejó de trabajar. Abba Macario le pregunta por qué ha dejado de crear nuevas medicinas y le responde: He inventado muchas y los médicos no han tenido tiempo de inventar nuevas enfermedades.



37. Un grande pescador y astrólogo: Abba Fulgencio vivía en una celda en las cercanías del Mar Rojo y era un hábil pescador, así llevaba a los hermanos alimento diario. Además era célebre astrólogo. Un día no fue a pescar, ni al día siguiente. Alarmados los hermanos le preguntan y dice: No voy a pescar ahora porque el horóscopo dice para esta semana: “Días excepcionales de fortuna para los peces.”



38. Un monje quería escribir un libro y el anciano le dice: Recuerda hermano que el papel es paciente, pero el lector no.



39. ¿Para qué sirve el horario? –En un monasterio un anciano dice: No entiendo para qué sirve un horario si los monje siempre llegan retardados. Uno le respondió: ¿Cómo sabes que vienen retardados si no hubiera un horario?



40. El dinero no lo puede todo. –Dice el anciano: Quien piensa que con el dinero se puede hacer todo, haría de todo para conseguirlo.



41. No se puede sentar más alto. –A un hombre que era poderoso y el primero en todo, una vez le dice el anciano: podrás vivir muy elevado pero nunca podrás sentarte más alto de tu propio sentadero.



42. La joya más bella. – Dice el monje: el silencio es la joya más bella de la mujer. Por esto la saca a relucir raramente.



43. Uno que robaba en las tumbas. – Un nómada fue sorprendido cuando robaba en una tumba y fue llevado ante el Abba Sisoé que le dijo: ¿Cómo te atreves a violar una tumba con el robo? Y respondió: Yo nunca acostumbro robar a ningún ser vivo.



44. Abba Filemón dice: “Aquellos filósofos que creen a la lógica absoluta, nunca han probado el discutir con una mujer.”



45. ¿Qué dice el anciano cuando se da un golpe? – Un monje estaba reparando el techo de su celda y pasó un joven y se detuvo. El anciano le pregunta, qué esperas? Sólo quiero oír lo que dice un anciano cuando se golpea un dedo.



46. Una jirafa con mal de garganta. –A un monje que se lamentaba mucho, Abba Macario le dice: ¿Te sientes mal? Piensa en la jirafa cuando está con mal de garganta o a un cien pies con callos.



47. A un anciano que todos los días iba por el agua a una gran distancia, le pregunta un joven: Me imagino el dolor de cabeza que padeces por ese continuo viaje a lomo de mula para traer el agua. Y el anciano le responde: No siento dolor de cabeza sino todo lo contrario: una gran dolor en el lugar opuesto a la cabeza.



48. En Alejandría vivía el médico Foción que atendía al monje enfermo y le preguntó: ¿Has consultad a otro médico antes de venir aquí? Sí, fui al médico Istorión. ¿Y que idiotez te ha aconsejado? Que viniera donde usted.



49. Le aconsejaron que se bañara. –En Gabala, el anciano estableció que todos los monjes se bañaran una vez al mes. El viejo monje Tato, conocida la orden, dijo: En mi tiempo, la gente no era tan sucia.

50. Dale esa moneda al pobre anciano. –Abba Serapión tenía una moneda de plata y le dijo al joven: Da esa limosna al primer anciano que veas. Más tarde regresó y el anciano le dijo: ¿Has hecho el encargo con un pobre anciano? Sí respondió, era un viejo muy pobre que tenía mucha necesidad de vender dátiles y dulces.



51. Ese camino lo conocen hasta los burros. – Abba Calixto iba a Esmirna en un largo y solitario camino. De pronto se encontró con un caminante y le preguntó por el camino para ir a Esmirna. Y él le respondió: Ese camino lo conocen hasta los burros. Precisamente por eso, se lo estoy preguntado a usted.



52. Mucho frío en los pies. –Escribe el Abad Daniel: hasta aquí te escribo porque tengo tanto frío en los pies que no alcanzo a tener el lápiz en las manos.



53. Ninguno la prestaba atención. – Un hermano se acercó al anciano y le dijo: Estoy muy triste porqué ninguno me presta atención. El anciano le dijo: Excúsame, ¿qué es lo que me dices? Estaba pensando en otra cosa.



54. La inutilidad del primer diluvio. – En el desierto de Scete empezó un gran temporal y un joven preocupado pregunta al anciano: ¿Abba, no será esto un nuevo diluvio? El anciano le responde: No puede ser, porque la inutilidad del primer diluvio impide a Dios de mandar otro.



55. Un secretario muy lento. – En un monasterio el secretario era muy despacioso en los trabajo. Un monje viene al superior y se queja de que todos están atrasados en sus trabajos por la lentitud del secretario. El superior le aconseja: Confíalo al monje Eufronio, el anciano que es tartamudo.



56. Tenemos dos oídos y una boca. – Dice el anciano: Dios nos ha dado dos oídos y una boca a fin de que no digamos ni la mitad de los que oímos.



57. Cómo debe ser la homilía. –Le preguntan al anciano: ¿Cómo debe ser la homilía? Y le responde: Debe tener un buen inicio y un buen final. Y debes cuidarte de que el inicio y el fin sean lo más vecinos posible.



58. El beato Daniel de Scete que de joven se sentía indeciso para dedicarse a la ciencia o a Dios, huyó al desierto el día que oyó a un célebre maestro de Alejandría que decía: El calor dilata los cuerpos, y es por eso que en verano los días son más largos que en invierno.



59. ¿Cómo es el pasado? – A un hermano que lloraba el pasado, el anciano le dice: El pasado es un huevo roto, el futuro es un huevo para encubar.

60. No se puede dar mucha comida. – Dice el anciano: Si les das a los cerdos y a los hermanos todo lo que se quieren comer, tendrás buenos cerdos y malos monjes.



61. Un monje estaba orando cuando tocó a su celda un peregrino para preguntarle cuál era el camino para Alepo. No lo sé, pero le puedo indicar el camino para el paraíso. El viandante le dice: y ¿cómo puedo fiarme de quien conoce una vía que conduce tan lejos e ignora la que conduce cerca?



62. Abba Moisés caminaba por una lejana región y al acercarse a un caserío vio que celebraban unas solemnes exequias de un jefe ricamente vestido. Pregunta: qué religión tenía. Era un ateo y dice: Qué disparate, llevar tan lujosos vestidos y no tener para donde ir…



63. No se puede servir a dos señores. –No pocas veces los padres del desierto se encontraban en las tribus nómadas.



Un día vino uno de allí y le pregunta al anciano: Quiero convertirme al cristianismo, ¿qué dejo hacer? Si tienes dos mujeres debes dejar una. Pero dígame ¿dónde dice el Evangelio que no puedo tener dos? Y el anciano le dice: Nadie puede servir a dos señores.



64. Dice el anciano: -Quien te ha ofendido, difícilmente se animará a perdonarte. Otro dice: si rechazas una alabanza, es quizá porque deseas recibir dos.



65. Te están volviendo muy desmemoriado, le dice un hermano al anciano: Lo sé, y por eso tengo el gusto de gozar de cosas como si fueran por primera vez.



66. ¿Quién comete errores? –Casi siempre, dice el anciano, comete errores aquel que pretende no querer nunca cometerlos.



67. La virtud está en el medio. –Dos ancianos querían juzgar a un hermano y el diablo se sentó en medio de ellos y les dijo: La virtud está en el medio.



68. Lo que falta a muchos. –A muchos creyentes, dice el anciano, sólo les falta la verdadera fe.

69. ¿Por qué se llama “Santo” el matrimonio? Porque cuenta con muchos mártires.



70. Sacrificio y oblación. –¿Qué diferencia hay entre sacrificio y oblación? Y el anciano responde con una comparación: En una cocina preparan una cena. Tienen carne de cerdo y huevos. Para el cerdo se trata de un sacrificio y para las gallinas de una oblación.



71. Hablan mucho pero no dicen nada. -¿Por qué estás siempre en silencio? Pregunta el joven al anciano. Primero por disciplina y luego porque son muchos los que hablan y hablan y no tienen nada para decir.



72. Para quien cree y para quien no cree. –Abba Isarco dijo: para quien cree, no existen preguntas. Para quien no cree, no existen respuestas.



73. Comparaba la homilía a la hierba: - Predicó el anciano sobre la creación y se hizo muy largo hasta que terminó diciendo: toda hierba es una homilía para los que comprenden. Unos días después estaba cortando las hierbas delante de su celda y un joven le dijo: Me alegro, porque estás recortando las homilías.



74. Para ser profeta. –Un anciano de Scete tenía el don de profecía. Muchos acudían a él, hasta que dejó de profetizar. ¿Porque has dejado de profetizar? Porque para ser profeta bastaba ser pesimista.



75. Pregunta un caminante: ¿Cuál es el mejor camino para ir a la capital? Y el anciano le responde: cualquiera de las dos vías, pero siempre pensarás en no haber escogido la otra.



76. El monje pide el puesto del que murió, pero el anciano le dice: Está bien pero me parece que eres mucho más alto que él y no puedes entrar en la tumba.



77. ¿Por qué mató el perro?

–Un monje de Scete fue citado al juez por haber matado un perro con una barra de punzón. ¿Cómo ha hecho esto, usted que debe ser modelo de mansedumbre? Hubiera podido usar el punzón por la parte del mango y no haberlo matado. Lo hubiera hecho si el perro me hubiese atacado con la cola y no con los dientes.



78. Dice el anciano al hermano:

-Cuando uno dice: yo soy humilde, seguramente no lo es. Pero cuando dice: yo no soy humilde, es por que lo es. Por ejemplo, yo no soy enteramente humilde.



79. Enfermo sin nada grave.

-Abba Pedro estaba para morir y fue al médico. Después de un detenido examen, le dijo el médico: Puede irse tranquilo que no tiene nada grave. El monje le dijo: Gracias doctor, porque me permite morir sano.



80. Un joven, recién convertido, le pregunta al anciano: Ahora debo renunciar al mundo y el monje le dice: Es el mundo el que tendrá que renunciar a ti.



81. Vivía en Alejandría un obispo que anteponía el estudio al cuidado de las ovejas. Un día viene un fiel a buscarlo y el secretario le dice: No puede atenderlo porque está en un estudio urgente. El visitante dice: no será posible tener un obispo que haya terminado sus estudios?



82. Los misioneros pasaban grandes peripecias

-Uno de ellos se perdió y fue devorado por los caníbales. Un anciano que oyó la historia dijo: Esos pobres salvajes han saboreado, al menos por primera vez, el gusto de nuestra religión.



83. Un buen hijo dejó su familia y huyó al desierto con los monjes. Un día recibió un mensaje de su casa: Alejo, vuelve a tu familia, no hagas lo imposible. Detrás del mensaje había una nota que decía: Si resuelves regresar, avísanos con tiempo, porque tu habitación está alquilada.



84. Un monje pide a otro un sorbo de vino y el hermano le contesta bruscamente: acaso tengo cara de ebrio. Y el otro le dice: excúsame, en verdad no tienes cara de ebrio pero sí de vinagre.



85. Un huésped llegó al monasterio a meditar sobre la caducidad de la vida y pidió al anciano que le consiguiera una calavera. Al rato el anciano le trajo dos y le dice puedes redoblar tu piedad. Esas dos calaveras son de San Antonio; la una cuando estaba joven y la otra cuando ya era anciano.



86. Un grupo de no creyentes vinieron a saludar al anciano y éste les dijo: El peor momento para un ateo es cuando siente la necesidad de agradecer y no sabe a quien.



87. Abba Isaac de vez en cuando iba a predicar a Antioquía y el hermano al regresar le dice: ¿No le viene la tentación de vanagloria al ver esa multitud que lo oyen con tanta devoción? No, respondió Abba Isaac, pienso que si fuese crucificado la multitud sería diez veces más.



88. Un hermano se durmió cuando el anciano predicaba y dice: Continuaré cuando despierte. Pero un hermano le dice: Siga tranquilo, que él despierta cuando usted termine.



89. Un joven quería ingresar al monasterio y fue interrogado por el Abba: Díme, ¿si tienes tres monedas de oro, las podrías dar a los pobres? De todo corazón, respondió. Y ¿si tuvieras tres monedas de plata? También la daría y ¿si tienes tres monedas de cobre? No, porque eso es lo que tengo.



90. El grande Antonio dijo un día: Los hombres se dividen en tres categorías: los envidiosos, los orgullosos y los otros. Casi nunca he encontrado a los “otros”.



91. Dice un día Abba Pombo: Lo poco que sé se lo debo a mi ignorancia."



92. Perro que ladra no muerde. – Un hermano fue al anciano y le tocó la puerta y sintió a un perro ladrar fuertemente. El anciano dejó sentir su voz y le dijo: Adelante. ¿Y el perro? Tranquilo que perro que ladra no muerde. Sí, conozco el proverbio pero dudo que el perro lo conozca.



93. Cuando estaba próximo a la muerte San Antonio y hermano le decía: Tú has sido grande como Moisés. Antonio abrió un ojo y le dijo: En la otra vida, Dios no me dirá: Porqué no has sido como Moisés, sino porqué no has sido Antonio.



94. Decía un santo anciano: Yo no sé orar. Me limito a dar los buenos días y las buenas noches a mi Señor. Le doy mis cumplimientos.



95. Abba Poemen, cuando le preguntaron acerca de la oración, dijo: Ninguno puede hablar de oración si no ora y si ora, no tiene necesidad de hablar.



96. Yo no soy sincero, dice el hermano al anciano. ¿Hasta qué punto, le pregunta éste? Le responde: No soy sincero ni siquiera cuando digo que no soy sincero.



97. Dice un hermano al santo anciano: Quiero seguirte en tu santidad y él le responde: Déjate, que prefiero ser superado que seguido.



98. Dice un anciano al joven a propósito de las cosas de la vida. todos los vicios, cuando se vuelven moda, pasar a ser virtudes.



99. En una disputa, el joven fue al grande Daniel. Le dijo: yo trato de ser imparcial. El anciano le dice: Ser imparcial es ser inmediatamente sospechoso.



100. Un hermano pregunta al grade Atanasio: ¿Qué hago Padre? Continúo cediendo a las pasiones, un día y otro…¿qué me aconsejas? El beato Atanasio le responde: Quien quiere ser como el perro, siempre encuentra su hueso.



101. Se presentó un hombre del mundo que quería ser monje. ¿Y por qué quieres ser religioso? Porque sufro mucho. Siéntate y hablemos. Pero al momento salió de afán y se alejó. Dice el anciano: No puede ser monje ni siquiera hombre uno de estos que creen sufrir porque hacen sufrir mucho.

102. Abba Hilarión dice un día: Ser triste es casi siempre pensar en uno mismo.



103. Acerca de la virtud, dice el beato Giovanni: “Una virtud que no ha tenido nunca una tentación, no es virtud, es sólo una hipótesis.



104. Dice Abba Hilario: “Ser triste es casi siempre, pensar en uno mismo.”



105. En una disputa, un hermano fue a consultar al grande Daniel. Le dijo: Yo trato de ser imparcial. El anciano respondió: Sé imparcial y serás inmediatamente sospechoso.



(Tomados del libro: “Arguzie e Facezie dei Padri del Deserto, R. Kern. Ed. Piero Gribaudi C. so Galileo Ferraris, 67 Turín, Italia).

viernes, 21 de enero de 2011

“Palabras de Aliento”



PENSAMIENTOS INDIGNOS DE DIOS

Es justo que nunca representemos a Dios como un ser duro. Le llamamos misericordioso, bueno y amable, pero a veces en el fondo del corazón pensamos que Él es difícil. De aquí provienen la mayoría de las inquietudes espirituales de las almas buenas.



Dios se duele de este falso concepto que tenemos de Él. Nos imaginamos como si fuera insensible, exigente y dispuesto a reclamar todo cuanto pueda de nosotros sin otorgarnos nada en retorno equivalente y tememos incluso que nos sobrevenga una desgracia y que la desventura caiga sobre nosotros si no llegamos a tenerle contento. Es este un concepto erróneo del Señor.



Dios me ha dado pruebas manifiestas de su infinito amor y continuará dándomelas. No me ama hoy para odiarme mañana. Deja de ser, como los hombres, caprichoso e inconstante. Ante todo reclama que le correspondamos. Así, cuando le ame, la dicha y el entusiasmo por lo divino llenarán enteramente mi vida.



A menudo nos decimos: No tengo más que un talento, otros en cambio tienen cinco. Enterraré el mío, y así no correré riesgos. He de tener en cuenta, no obstante, que el carácter y el temperamento de cada uno, desde toda la eternidad, han estado combinados de tal suerte, que el uno se adapte al otro y se identificasen con nuestra vida. Es preciso no desconocer que lo que caracteriza a otro no me convendría a mí, y que no será juicioso anhelar lo que otros poseen mientras diseño lo que me es propio.



No digas nunca: A juzgar por mis talentos, es bien notorio que Dios no me ama mucho; es evidente que no espera gran cosa de mí – Piensa, en cambio, y a menudo, que Dios desea ardientemente nuestro amor.



Pide, ruega, suplica insistentemente las gracias divinas y no dudes que las obtendrás.



BASTA DE LAMENTOS

Ante la leche derramada nada se puede hacer. Basta de lamentaciones. No te apesadumbres por las faltas y errores pasadas. Deja tranquilo tales ingratitudes, abandónate en las manos de Dios. Haz cuanto antes un acto de amor. Luego, no pienses más en ello.



¡Cuántas veces la depresión causada por el pecado es peor, y mantiene al alma que la sufre más alejada de Dios que el mismo pecado!



No pierdas el tiempo en un desaliento inútil, antes bien levántate y corre a Dios. Aproxímate a Él, no te mantengas alejado, cabizbajo.



Atiende a los que están diciendo. Hay personas que tienen siempre ojo abierto al pasado y otro hacia el futuro, en vez de tener los dos ojos fijos en el presente. No malogres tu tiempo, insisto, en lamentaciones acerca del pasado, o en adivinar el porvenir. La gracia te favorecerá para hacer frente a las dificultades de hoy. ¡Cuán pocos será aquellos que saldrán airosos de su tarea proponiéndose solamente desarrollar sus capacidades de concentración! Lo que impide este desarrollo es la incensante preocupación que sentimos con respecto o de cara al futuro. Dejemos el mañana en las manos de Dios.



PENSEMOS BIEN DE DIOS

Piensa acerca de Dios con benevolencia. Abriga respecto a Él, en tu sentido íntimo, una buena opinión. Dios está deseoso de que pensemos bien de Él, que nos confiemos a Él y que lo hagamos todo por amor. Nunca vayas a creer que no es fácil el perdón. Cuanto más íntima es una amistad humana, menos se teme que una palabra deslizada al azar puede enfriarla. Nuestros amigos no se alejan de nosotros para siempre cuando llegamos a herirles con alguna palabra o algún acto sin importancia.



Ten presente sobe todo que Dios no habita en las tinieblas, ni en la melancolía, ni en el abatimiento, ni en la depresión. Si alguien o algo te acongoja, no te lamentes; ejercítate en actos de esperanza y amor. La depresión no puede venir jamás de Dios; ni tampoco, por descontento, cualquier pensamiento que tienda a hacernos gravosa su servicio.



Ten siempre una opinión elevada y serena de tu Señor y Maestro.



LA SANTIDAD CONSISTE EN HACER LA VOLUNTAD DE DIOS

Nada impide tanto el progreso espiritual como el oponernos a la voluntad de Dios y nada más santo que cumplirla.

La sumisión completa es de una importancia suma. Así, pues, hay que estar siempre dispuestos a hacer cualquier cosa que Dios pretenda de nosotros cuando y como Él nos lo pida.



Tu programa sea servir a Dio por puro amor y no con fines interesados. Mi mejor petición no pude ser otra que esta:



Para mañana y sus cuidados

nada te pido, oh Señor!

Guárdame, sin embargo, guíame y ámame

sólo en el día de hoy.



LA ENERGÍA ESPIRITUAL

El santo Job dijo que la vida del hombre sobre la tierra es un continuo combate, una incesante lucha. No podemos esperar vernos libres de tentaciones o de dudas.



“Todos corren, pero no todos consigue el premio. Aquel que quiera obtener una corona inmarcesible debe abstenerse de muchas cosas”. Corintio era una ciudad renombrada por sus bellezas, su arte, su lujo…y su libertinaje. Eran famosos los juegos públicos. Por eso el Apóstol compara la vida espiritual a los juegos, a una carrera. Es un símbolo de la vida espiritual, la cual impone también ejercicio y esfuerzo, y llega no pocas veces h asta el agotamiento…



El Santo Cura de Ars, cuando se la hablaba de su santidad, decía: -“Sólo hago una cosa: no quejarme de mi pena. No se refiere a la pena en el sentido de congoja, sino en el del trabajo, de fatiga.



Estamos inclinados a la pereza y nada nos agrada tanto como no hacer absolutamente nada. Es más fácil abrir las ventanas de la disipación.



Un soldado en compañía no se asombra de verse herido o de sentirse agotado por la fatiga. “Cada día lleva consigo su trabajo”. Si tengo un mal carácter, no me faltará tarea para muchos años. Si murmuro o molesto con agudezas mordaces, ahí tengo campo abierto para ejercitarme para mis combates y para las victorias. Soy soldadote Cristo.



En una vida escondida, aparentemente monótona, sin gloria, puede haber más paz, alegría y verdadero gozo, que en la vida de una persona rodeada de lujos, de todas las satisfacciones, del amor y de la admiración de cuantos se hallan a su derredor.



CON SAN PABLO CASTIGO MI CUERPO

San Pablo dice: Castigaré mi cuerpo y lo reduciré a servidumbre, no vaya a suceder que, habiendo predicado a otros, sea yo reprobado.



En tiempos antiguos en que se practicaban grandes austeridades, no se conocía qué cosa eran los nervios. Son producto de nuestro tiempo. Dominara los nervios: he aquí las austeridades que debemos practicar hoy.



SOPÓRTATE A TI MISMO

Soporta tus depresiones, tus tristezas, tu manera de ser, tus cambios. Soportarse a si mismo es el gran acto de virtud. Muchas debilidades provienen del hecho de que las depresiones nerviosas son a menudo tratadas como un reequilibrio del alma. Hay una expresión corriente entre los jóvenes: “No valemos nada”. No perder la paciencia consigo mismo cuando no se vale nada, es una gran virtud.



La peor manifestación de los nervios es la depresión. En este estado se cree haber perdido la fe, la esperanza, la caridad, todo. Es una dura prueba. Santa Teresa dijo: Lo peor de la enfermedad es que debilita de tal manera que no permite fijar el pensamiento en Dios. Pero esto no acarrea consecuencias; lo que cuenta e importantes que se piense en dios, sino que se obre por Dios. No alcanzamos a soportar dolores pero son la ocasión más oportuna de ganar méritos para el cielo.



SOPORTAR A LOS OTROS

La mayoría d nosotros tenemos que soportar las debilidades de los demás. Generalmente es la contrapartida de lo que el prójimo tiene que sufrirnos a nosotros, dando lugar a que ello resulte cosa dura para todos. La omnisciencia no es la característica de las personas con las que convivimos. Quizá sean excelentes y obren con la mejor intención, pero cometen sus faltas o pueden hacer juicios excesivamente rigurosos. Pidamos a Dios que nos dé paciencia para soportarnos a nosotros mismos y a los demás, así decía San Francisco de Sales: “Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero en primer lugar con nosotros mismos”.



ES NECESARIO CARGAR LA CRUZ

En este mundo es necesario llegar la cruz en seguimiento a Cristo. La diferencia entre el placer y la pena estriba en el hecho de que tengamos o no nuestra mano apoyada en el de Dios. La mismo mortificación puede resultar una dicha.



El Arcángel Gabriel dijo a María: “El Señor es contigo”. También nosotros cada vez que recitamos el Ave María, deberíamos proponernos pedir al Señor que esté con nosotros. Haz la prueba, pero amando a Dios. Piensa que Él nos quiere a todos santos; si no lo somos es sólo por nuestra culpa, pero cuidado con el desánimo de que estamos tratando. Deberíamos perseverar pidiéndole que no se separe de nosotros a pesar de que estemos envueltos en tinieblas y caídos por nuestros desalientos.



Las molestias que experimentamos, Él las ha sufrido también. Por ejemplo, la monotonía. “Cuántos años pasó de carpintero sin si siquiera llegar a ser ebanista! Todo lo que hizo, lo realizaba con la esperanza de que lo imitáramos.



Lleva, pues, alegremente la carga de la vida, y estarás ya a mitad del camino de la santidad. Si Dios nos trata como ha tratado a María o a su divino Hijo, debemos sentirnos satisfechos por tal merced. La salud, la riqueza, el éxito no han sido nunca los mejores dones; rara vez obsequia con ellos a sus mejores amigos.



A menudo decimos: “Querría sentirme mejor situado en la vida, ser portento, tener riquezas, en una palabras, más talentos. ¿Abrigas la seguridad de que esto sería un bien para ti? De ser así, ten por seguro de que te habrían sido dados estos bines cuya posesión tanto ansías. No olvides que Nuestro Señor está como preocupado de saber por qué medios podrá ayudarte a amarle mejor.



Si encuentras la vida penosa, díselo a Él. Si te parece difícil ser bueno, si no aciertas a rezar en absoluto y sientes pena de ello, confíate a Él: Ahí tienes tu oración.

Si pruebas de hacer todas estas cosas por tus propias fuerzas, no triunfarás jamás; pero si pasas la vida asido de la mano de Dios, el Amor te hará todo fácil.



CONFIANZA EN DIOS

Creemos que un viaje empezado de esta manera había de resultar completamente felíz; ¿acaso no lo emprendían por orden del mismo Señor? Los discípulos se embarcaron y empezaron un viaje para cumplir la voluntad de Dios: Indudablemente será aquel un viaje felíz. Y, sin embargo, no fue así.



Súbitamente sopla un viento opuesto, hay que luchar contra toda clase de dificultades, mientras la barca ya en alta mar es abatida por las olas y por el viento contrario (Mt 14, 24).

El mar estaba enfurecido, el viento rugía con violencia, la pequeña barca se tambaleaba. “Y Jesús no estaba allí para salvarles?”



Sin embargo, el Señor estaba con ellos; pero era su querer que tuvieran que luchar con aquellas dificultades. Así mismo debemos nosotros experimentar penas en tu servicio precisamente cuando cumplimos más fielmente la voluntad divina.



El divino Maestro permitía que sus apóstoles fuesen probados por la tribulación a fin de hacer resplandecer con qué amor tan vigilante cuidaba de ellos. Igualmente permite que las pruebas nos hieran para que suspiremos junto a Él, pensemos en Él, hacia el Él nos volvamos, a Él nos confiemos y le llamemos en nuestro socorro.



Lejos de acobardarnos, debemos redoblar nuestros esfuerzos en su servicio, trabajando sin temor alguno ante cualquier fracaso que las olas o los vientos de la vida pudieran determinar, puesto que Él ve, conoce y sabe el momento en que nos ha de prestar su auxilio. No temas. Él acudirá pronto.



“Y en la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar. Viéndole ellos andar sobre las aguas, se turbaron y se decía: Es un fantasma y de miedo comenzaron a gritar. Pero al instante es habló diciendo: Tened confianza, soy Yo, no temáis” (Mt 14, 24---27).



En momentos de turbación le llamamos y Él nos responde en el fondo de nuestros corazones. Con frecuencia, a través de la misma tribulación que nos o escondía, viene y nos dice: Ten confianza, soy Yo, no temas.



Pedro avanza ansiosamente hacía Jesús, mientras no mira más que a Él; pero al fijarse en las olas o en sí mismo, se hunde. Mira tú solamente a Jesús y olvida tu peligro.

Asustado Pedro, grita: Señor, sálvame. Jesús tiende la mano y le dice: Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?

Jesús y Pedro entran en la barca; el viento se aquieta y la calma reina a su alrededor. Entonces los apóstoles adoran a Jesús diciendo: Verdaderamente eres el Hijo de Dios.



LA PROVIDENCIA DIVINA

“Mi destino está en tus manos (Salmo 21, 16). Supongamos que Dios, nos dice: Conozco lo que vale tu alma, confío en ti y dejo a tu arbitrio el elegir los medios más conducentes a tu salvación.



Que se nos presente las riquezas y la pobreza, la enfermedad y la salud, los éxitos y los fracasos, larga vida o corta, hasta el punto de poner en tus manos la elección de lo que pareciere mejor.



¿Nos sentiríamos satisfechos? Creo que no. Diríamos mejor: Señor no dejes en mis manos elegir, puesto que no sé o que me conviene.



Todavía más, ni siquiera aceptaría que mi ángel custodio o santos patronos fueran mi seguridad, porque sólo espero que la infinita sabiduría y misericordia de Dios, que e dará los medios para alcanzar mi eterna salvación.



DIOS NOS DA EL DISEÑO DE AMARLE

Creemos que la santificación es sólo un esfuerzo personal. Es, sin embargo, un don de Dios. Él nos da el deseo de amarle. La dejadez, la pobreza, la degradación son consecuencias del pecado original.



Ahora siento vivos deseos de amarle, pero soy incapaz de hacerlo, pero Él me otorga esa gracia. En un instante, Dios puede transformar el corazón más depravado en un corazón henchido de amor a Él.



Muchas veces creemos que es muy difícil tener a Dios contento. Dudamos que su muerte fue por ese amor eterno que me tiene. Lo que me pide es corresponderle a su gracia.

Una petición grande s pedirle al Señor que viva en mi corazón, que sea su morada para siempre.



LA ALEGRÍA SIEMPRE CONDUCE A DIOS

Alegraos siempre en el Señor, os lo repite, alegraos, nos dice San Pablo. La alegría siempre nos conduce a Dios; nunca nos aleja. El mundo cae en el error de considerar la piedad como ligado de algún modo con la tristeza. Así como la risa resulta saludable para el cuerpo, también la alegría bienhechora para el alma.



Alguien podrá argüir que Cristo no había reído jamás… Pero vale más la tradición que nos dice que el divino Maestro era amado y seguido por las muchedumbres.



En cada uno de nosotros está que nuestra relación con Dios resulte lo más dulce posible. Mi yugo es suave y mi carga ligera. Venid a Mí y Yo os aliviaré.



PACIENCIA Y PERSEVERANCIA

Uno de los mayores errores de nuestra vida espiritual es no darnos cuenta de que nos falta preparación. ¡Cuán impacientes nos sentimos por ser mejores, por ser santos!



El secreto del éxito en la enseñanza depende, por lo menos, en un cincuenta por ciento, de la repetición. Y, sin embargo, a nadie le gusta repetir; no resulta simpática esta piedra de amolar, que es la Gramática, porque el alumno las más de las veces cree poder prescindir de que se le vayan repitiendo unos mismos conceptos.



En nuestra vida espiritual omitimos las declinaciones, los géneros, los verbos y la sintaxis. Queremos entrar en íntimas relaciones con Dios, esperamos prolongar nuestra oración sin distracciones, deseamos adentrarnos en los secretos divinos sin antes saber deletrear.



Los amigos de Dios son ante todo humildes. Tenemos necesidad de asentar bien los fundamentos, de ejercitarnos. Nuestra preparación es insuficiente para recibir las inspiraciones del Espíritu Santo. Y siendo esta nuestra manera de proceder, ¿cómo nos asombramos de no ser mejores? ¡Cuánto nos diferenciamos de los santos que siempre dan gracias a Dios de no ser peores?



Si verdaderamente adelantas en la vida espiritual, creerás con seguridad que retrocedes. Si penetrar en una habitación oscura, es imposible que puedas ver el polvo y desaliño que la llenan, pero entreabre tan solo una ala de la ventana y te darías cuenta en seguida del polvo que llena la estancia. Cuanto más dejes penetrar la luz, más notarás el desaliño. Lo mismo ocurre con la luz de Dios: cuanto más pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestras almas, más patentes se nos harían nuestras faltas.



Luz, tres veces bendita,

Asaeta con tus rayos lo más vivo de los corazones

Que con fe por Ti suspiran.



Cuando allá en los años floridos de la juventud vivías siendo juguete de los sentidos, ¿carecías acaso de defectos? Cualquier otro, en cambio, según tú, adolecía de ellos. Te decías: “Fulano es un egoísta, tan pedante, tan apoco caritativo!” Sé más perfecto y verás mejores a los demás.



Dios no juzgó excesiva la espera de miles de años para preparar el mundo al advenimiento de su Divino Hijo. San Juan decía a sus discípulos: El hacha está puesta a la raíz del árbol…Asestemos, pues, el golpe hasta la raíz de los defectos que nos tienen alejados de Dios nuestro Señor.



Ni la lectura de los libros piadosos, ni el recitar largas oraciones, ni la ciencia de los conocimientos elevados son los auxiliares que introducen a Jesús en nuestros corazones. Lo que nos da su posesión es el amor, el deseo de vivir de Él, el esfuerzo real que nos cuesta el clavar el hacha en la raíz de un defecto.

lunes, 3 de enero de 2011

E L S I L E N C I O en la vida del monje




Los monjes de vida contemplativa pueden ser considerados como “hijos del silencio.”

El monje se habitùa a vivir con su cuerpo y con un alma en perfecto silencio:

-Silencio en los labios,

-Silencio del corazòn,

-Silencio de la mente.

Los sentidos externos dejan todo apego, toda curiosidad de ojos y oìdos. Dejan las cosas materiales y toda afectividad por todos los seres creados.

El silencio hace màs disponible a todo creyente para vivir en la presencia de Dios y descubrir el Misterio. El silencioso penetra los secretos de la contemplaciòn.

Con el silencio el hombre va desapareciendo y su ser externo va perdiendo valor y poco a poco va retornando a la primitiva gracia recibida de Dios antes de la primera caìda del paraìso terrenal y està ordenada a la visiòn beatìfica.



El silencioso penetra en el secreto. Permanece en su “yo” profundo: “Calla, islas para que puedas escucharme,” ( Is 41, 1 ). Asì vive en un presente que no tiene un mañana. Dios habla en el silencio y por eso el solitario calla.

La tarea primordial es dejarse formar, martillar, estructurar del silencio que le da el poder de vivir y de morir.



EL ARTE DE LAS ARTES

El arte de las artes no està en amar o conocer, està en saber vivir en silencio. Entonces se genera el conocimiento y el amor, la humildad y la virginidad del corazòn.

En esta ciencia espiritual, el silencioso no se olvida de los hombres, Dios a travès de èl, consuela, vigoriza, guìa y acompaña a todo ser viviente.



Es el arte que permite vivir en estado de oraciòn sin distraerse y elevando cada dìa a sus hermanos para hacer germinar el grano de trigo, de mostaza, de arròz, de todo esto de que habla la tradiciòn cristiana del Oriente y Occidente. En una palabra el silencio del eremita, sella el compromiso de la vida interior y es la manera perfecta de guardar “el secreto del rey.”



SAN BRUNO EN SU CARTA A RODOLFO

Afirma San Bruno que “aquello que la soledad y el silencio del desierto ocasiona de utilidad y de gozo divino a cuantos aman, sòlo saben decirlo aquellos que lo experimentan.”

La mìstica del silencio es esencialmente contemplativa y da la gracia de vivir y estar de corazòn a corazòn con Dios.



MAXIMO BALDINI

Dice que el tema del silencio puede ser actual o no actual. No obstante se puede pensar, segùn otros muchos estudiosos que el silencio es indudablemente actual, quizà mucho màs de lo que nunca ha sido. Este autor traer los siguientes testimonios:

Sontag, dice que el hablar se ha convertido en una esclavitud como el alcohol. Nuestra civilizaciòn es de palabras fantasmas, llenss sòlo de ruido.

Las palabras crean confusiòn, no son la palabra. Es màs bien una alusinaciòn de vientos, de vagas charlatanerìas de la vida cotidiana que hace notar la nostalgia del valor del silencio.

Se ha dicho que “el silencio pertenece a la estructura fundamental del hombre.”



Para Gandhi el silencio “dilata el espacio de tiempo de nuestra vida.”



Bossuet ve en el silencio un medio privilegiado para “conseguir la propia salvaciòn.”



ISAAC DE NINIVE

“Si amas la verdad, sè amante del silencio, a semejanza del sol, este te harà luminoso y te librarà de los fantasmas de la ignorancia. El silencio nos une a Dios mismo.

GERHARD TERSTEEGEN

“Por el selencio son reconocidos los que llevan a Dios en el corazòn.”

IGNACIO SILONE

En ningùn siglo, la palabra ha sido tan tergiversada, como lo es ahora de su fin natural que es el de comunicarse con los hombres. Hablar es engañar y engañarse que a menudo se hacen sinònimos.

El poeta de nuestros tiempos, como el mìstico, ha probado al menos, por una vez en su vida el deseo de “morir de silencio.”



PICARD, escribe: “El silencio pertenece a la esctructura fundamental del hombre.”

Para Pischari, el tiempo es “un grande maestro de verdad.”

Lavelle, dice: “el tiempo es la forma màs perfecta del pudor.”

San Pablo de la Cruz trata del silencio como “la llave de oro que conserva el tesoro de la virtud.”

San JUAN DE JESUS MARIA: El silencio tiene cierta afinidad con la contemplaciòn divina y el rapto del alma en cuanto hace tambièn en ella comprender, sin estrèpitos de palabras, cosas superiores a la capacidad del mundo.

El silencio no es la mera ausencia de ruido, es la paz. No es mutismo. El hombre debe callar, no ser mudo. Sòlo la persona puede estar en aquella recogida calma que se llama silencio.



EL SILENCIO COMO FORMA DE COMUNICACION

El silencio no es mudo; lo que es mudo no es silencio. Es una forma de comunicaciòn (en su significado màs profundo, es la comunicaciòn a la segunda potencia); el mudo en cambio, se aisla y nos excluye de toda comunicaciòn.”



EL SILENCIO NO ES ENFERMEDAD

No se trata de un taciturno por temperamento o enfermedad. Se es silencioso por atenciòn, por cocentraciòn, recogimiento, meditaciòn, oraciòn.

El silencio no se resuelve en el mero callarse de los labios. No es ùnicamente exterior, es un hecho de todos nuestros miembros y màs aun de nuestra alma.



EL MAS SUBLIME SILENCIO

Donde hay silencio de palabra, de acciòn, de actitudes, se da el màs sublime silencio. Se le podrà llamar “el silencio del silencio.” Es una expresiòn de un estado interior. Se puede callar y ser todavìa bulloso, de hecho si los labios callan, el ànimo puede estar en el tumulto y, al contrario, se puede hablar y ser silencioso, si las palabras que son pronunciadas son palabras salidas de nuestro silencio interior.

ABBA POEMEN, de los padres del desierto, dice que hay quienes parecen en silencio pero en su corazòn juzgan a los otros: estos hablan continuamente. En cambio, otros tienen necesidad de hablar todo el dìa, desde la mañana hasta la noche, pero en realidad, guardan silencio porque nada dicen que no sea de utilidad espiritual.” ( Apotegma ).



RUIDOS QUE HACEN SILENCIO

No debemos olvidar nunca que “todos los ruidos que nos rodean hacen mucho menos estrèpido que nosotros mismos. El verdadero ruido es el eco que las cosas tienen en nosotros. No es el hablar el que rompe inevitablemente el silencio.

La sede de la palabra de Dios es el silencio, si cuando hablamos, nos limitamos a repetir aquella palabra, no cesamos de callar.”



EL SILENCIO NO ES UN FENOMENO SIMPLE

No existe un sòlo tipo de silencio, sino una pluralidad de silencios. El silencio no es un fenòmeno simple como podrìa inicialmente parecer, sino màs complejo. El silencio, a ejemplo, no tiene una sola forma de expresiòn, un sòlo significado, puede asumir, en efecto, mùltiples significados.

LAVELLE, escribe “Hay un silencio de clausura, un silencio reservado, un silencio de mortificaciòn, un silencio de amenza, un silencio de còlera, un silencio de rencor.

Hay tambièn un silencio de aceptaciòn, un silencio de promesa, un silencio que lleva el peso de todos los recuerdos sin evocar ninguno, un silencio que toma en elecciòn todas las posibilidades sin preferir ninguna.

Hay silencio de pesadez que oprime en tal modo que la màs pequeña palabra que serìa para mi una liberaciòn, es un silencio fràgil del cual temo la ruptura, rige la hostilidad irritada de no encontrar medios suficientemente fuertes para manifestarse, es un silencio de amitad plena, felìz de haber superado todas las palabras y haberlas dejado inùtiles.



Silencio de admiraciòn y de desprecio

Hay un silencio de admiraciòn y uno de desprecio, hace sentir la presencia del cuerpo como una carga que no se puEde llevar; otras veces en cambio, parece abolirlo, como si se hubiera convertido en un espìritu puro.

Existe un silenio que tiene algo de divino, pero tambièn un silencio que viene del demonio. Existe el silencio inautèntico asì como existe la palabra inautèntica.



GANDHI, dice: “El silencio inspirado por el pànico no es silencio.” “Sòlo en el silencio nos preparamos para la realizaciòn personal.”



San GREGORIO MAGNO, dice que existe un “silencio rumoroso” que es el silencio de odio, de envidia, que es desesperaciòn. Los taciturnos cuando ven los males de los otros, y se quedan silenciosos, son como aquellos que ven las heridas y no las quiren curar; se hace responsable de la muerte, porque no quiere echar fuera el veneno, que habrìa podido curar con sus palabras. Si el mucho silencio no fuera una culpa, el profeta no dirìa: “Ay de mì, porque he callado.”

Quien ama el silencio, ama tambièn la palabra esencial. El sabe que “la palabra màs bella no expresa el silencio, lo vuelve insensible...las palabras màs bellas son las voces del silencio como el “icerberg” sobre el agua, si se acaba se pierde el ligamen; asì con el silencio, es “lo esencial de toda palabra.