lunes, 29 de noviembre de 2010

UNOS DIAS DE SILENCIO

1. HABITA TU CASA





1. TOMA CONTACTO CON EL LUGAR EN QUE ESTAS






“Para ser feliz no basta con trabajar. Tengo que llevarme bien conmigo mismo”






- Recorre con tu mirada tranquila, serena, cada pequeña cosa.


- Deja que te hable con calma la realidad que te rodea.


- Haz tuyo el lugar.


- Invoca al Espíritu. ¡Ven, Espíritu Santo!


- Acoge este momento de tu vida con paz.










2. RECUERDA LOS ACONTECIMIENTOS QUE TE HAN MARCADO ULTIMAMENTE






- No escondas nada ni te escondas de nadie, “porque El sabe de qué estamos hechos” (Salmo 103,14).






- Olvida rencores, incomprensiones, errores... usa este único secreto: ama. Ámate a ti, ama a tu prójimo, ama la vida.






- Empieza este nuevo día con ilusión y confianza. Tienes en tus manos la posibilidad de cambiarlo todo. ¿Cómo?... Simplemente cambia el cristal con el que has mirado hasta ahora... Mira el lado positivo de las cosas.






- También hoy, lo más probable es que tus responsabilidades, los nuevos desafíos que puedan surgir se concreten en cosas pequeñas, en hechos simples: acoge el milagro de la vida en las pequeñas situaciones, en los gestos cotidianos...






- Así te convencerás y comunicarás que la vida es hermosa, que la vida vale la pena vivirla...










3. ENTRA EN TU CENTRO






- En el aquí y el ahora de cada instante trata de que se sienta acogido, querido y cuidado tu cuerpo, tu psique y tu espíritu.






- Conoce y acoge tus necesidades básicas: la de amar y ser amado, sentirte útil, y significar para alguien. No olvides que todo ser humano necesita también conocer y crecer en lo bello, lo bueno, lo justo.






- Cultiva la dimensión humana, porque es ahí donde se va a tejer la historia de amistad con Jesús, la Palabra de Dios encarnada.






- Si olvidas o descuidas esta área tan vital de tu existencia estás construyendo tu vida espiritual sobre arena. ¿Qué ganamos con navegar hasta la luna si no somos capaces de cruzar el abismo que nos separa de nosotros mismos? (Thomas Merton).






- Las necesidades espirituales no son un simple adorno; son auténticos requerimientos humanos. “¿No sería gran ignorancia... que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni su tierra? Pues sin comparación es mayor la que hay en nosotros cuando no procuramos saber qué cosa somos” (Santa Teresa).










4. DESCÚBRETE HABITADO






- Tu interioridad humana no es física, “no estamos huecos por dentro” (Santa Teresa). Tampoco queda configurada por componentes de orden ético y psicológico.






- La persona de Cristo entra a formar parte de tu interioridad de hombre o mujer creyente; el Señor se queda en “quien come mi carne y bebe mi sangre” (Jn 6,57); él está-reside en “quien da mucho fruto” (Jn 15,5); “quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16).






- Los textos bíblicos iluminan este misterio humano y hablan de “corazón” (“Dichosos los limpios de corazón” Mt 5,8), de “morada” (“¿No sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu?” 1Cor 6,19), de “hombre interior capaz de comprender la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor” (Ef 3,16-18).






- El Espíritu Santo te enseña a conocerte en verdad (Jn 16,13); te acompaña en la búsqueda de toda verdad y te acerca a Jesús, “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6); Clama en tu interior ¡Abba! (Rom 8,15) y te regala la realidad más profunda de ser de hijo/a de Dios (Rom 8,14).






- Edith Stein afirma que sólo una actitud religiosa introduce en la morada interior. Los análisis psicológicos sólo se asoman y escrutan esa dimensión interior, no abren el diálogo con el Señor que habita dentro. Para el cristiano lo más profundo de sí mismo no queda confinado en el yo, sino que implica la persona del Otro.










5. OFRÉCETE AL SEÑOR: AQUÍ ESTOY






- Frente al deseo de muchos de autocomprenderse y darse sentido a sí mismos, ofrécete como María, la mujer que deja que su Señor le regale su sentido.






- Frente al anhelo secreto del hombre de hoy de ser comienzo absoluto desde su libertad, ofrécete como María, la mujer que acepta “ser desde otro”; se deja mirar por su Señor y se le llena la vida de agradecimiento










ORA






“Señor, mi corazón no es ambicioso,


ni mis ojos altaneros;


no pretendo grandezas que superan mi capacidad;


sino que acallo y modero mis deseos,


como un niño en brazos de su madre” (Salmo 130).










Padre,


tú que me has llamado al desierto para hablarme al corazón,


tú, contra quien he luchado y me has vencido,


haz que tenga el valor de dejarme amar por ti,


de dejarme contemplar por tu mirada penetrante y creadora.


Ven a mí con el fuego de tu Espíritu Santo.


Configúrame con tu Hijo Jesucristo en los misterios de su historia


de encarnación, muerte y resurrección.


Que me lleve a la frescura de las fuentes


donde descanse mi cansancio y mi dolor.


Que tu Espíritu me inunde de escucha acogedora


como hizo un día en la Virgen Madre María.


Entonces sabré que estoy en ti y tú estás en mí con tu Hijo.


Amén. ¡Aleluya!










TEXTOS PARA ORAR






Salmo 15: Señor, ¿quién morará en tu tienda?.


Salmo 23: El Señor es mi Pastor.


Salmo 127: Si el Señor no construye la casa.


Salmo 139: Señor, tú me escrutas y conoces.










2. DESCÁLZATE Y ESCUCHA










1. HAZ SILENCIO DENTRO DE TI






“La vida está llena de pequeñas alegrías, el arte consiste en escucharlas e identificarlas”.














- Escucha a Dios que te habla. Toma conciencia de que desde que naces, eres un aprendiz de oyente.






- Todo el universo emite señales, el mundo está repleto de sonidos y mensajes. “El día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra” (Sal 18,3).






- Escucha a los otros y presta más atención a las pequeñas cosas y acontecimientos del día.






- Dedica un rato en que estés relajado/a y tranquilo/a a escuchar amistosamente a tu propio cuerpo. Hazte consciente de lo que te dice a través de tus sensaciones de cansancio, dolor, armonía, inquietud. Escucha esas sensaciones sin rechazarlas ni razonar sobre ellas. También por medio de tu cuerpo Dios se comunica contigo.






- Por la noche párate unos momentos y trata de recordar qué “voz” de Dios has reconocido.










2. ABRE LOS OIDOS DEL CORAZÓN






- El que no oye, no es capaz de hablar, ni de comunicarse, ni de responder a la palabra.






- Una tarea de toda tu vida: estar siempre aprendiendo, a la espera de una palabra, “como el centinela aguarda la aurora” (Sal 129,6).






- No mueras de sed al borde de la fuente. Dile a Jesús que te abra el oído, para que puedas comprender el amor de Dios que llega para todos.






- El Padre te llama para que seas oyente de Jesús: “Este es mi Hijo, el Elegido. Escuchadlo a él” (Lc 9,35).






- En la Iglesia que nace de la Pascua, el Espíritu Santo abre los oídos de los oyentes para que acojan la buena noticia de la salvación. “Una mujer llamada Lidia... nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que aceptara las cosas que Pablo decía” (Hch 16,14).






- No te canses de escuchar. “Mirad bien cómo escucháis” (Lc 8,18).






- La decisión es personal, cada día tienes que optar por ser oyente. ¡“El que tenga oídos, que oiga!” (Mt 13,9)






3. JESÚS TE ENSEÑA A ESCUCHAR






- Jesús va por los caminos abriendo los oídos a los sordos. “¡Epheta! ¡Abrete! Inmediatamente se le abrieron los oídos” (Mc 7,34-35).






- Jesús se alegra cuando encuentra oyentes de la Palabra: ¡“Dichosos vuestros oídos porque oyen”! (Mt 13, 16). “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,28).






- Jesús se sorprende de que muchos tengan oídos y no oigan. La causa es un corazón embotado (cf. Mt 13, 14-15).






- Jesús encabeza la marcha de un pueblo de oyentes: “Va delante de las ovejas, y ellas le siguen, porque conocen su voz” (Jn 10,4).






- Jesús llama a la puerta de tu corazón para invitarte a una historia de amistad: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20).










4. UNA MUJER OYENTE DE DIOS






“María es la Virgen oyente, que acoge con fe la Palabra de Dios” (Marialis cultus 17).






- En María la Palabra encuentra acogida. No vuelve a Dios vacía (cf. Is 55,11).






- María mantiene un diálogo íntimo con la Palabra que se le ha dado. “María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2,19).






- María deja que la Palabra ocupe todo su espacio interior y así siente unifica toda su persona.






- La Palabra se hace carne en su tierra de mujer y de madre. Se convierte en su palabra, ofrecida gratuitamente al mundo.






- María no exige la comprensión inmediata de la Palabra, porque eso es cerrar el camino a Dios (cf. Lc 2,50).










5. ¿CÓMO SER OYENTE HOY?






- Mira a Jesús, que tiene palabras de vida.






- Aprende a escuchar a los pobres: En ellos habla y grita Jesús.






- Vive de acuerdo con lo que oyes: “El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre sensato que ha construido su casa sobre roca” (Mt 7, 24).






- Abre los oídos al momento histórico que te toca vivir, a los signos de los tiempos, para escuchar “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres” (Gaudium et Spes, 1) y poder ofrecer desde ahí un relato de salvación.






- Reúnete en comunidad para escuchar juntos la Palabra de Dios (Sacrosanctum Concilium 35.106) y poder después proclamarla. “Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos” (1Jn 1,3).










Silencio:






Trata de escuchar la resonancias que ha producido la lectura de estos textos.










ORA






Escucha a Jesús, como el sordomudo:


“Ábrete”.


Escucha a Jesús, como los discípulos:


“Vosotros sois la sal y la luz del mundo”


Escucha a Jesús, como el centurión romano:


“Anda, que suceda como has creído”.


Escucha a Jesús, como la mujer pecadora:


“Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más”.


Escucha a Jesús, como Mateo:


“Sígueme”.


Escucha a Jesús, como la gente:


“Lo imposible para los hombres, es posible para Dios”.






“Nuestra alma hace ruido sin cesar, pero hay un punto en ella que es silencio y que nunca oímos. Desde el momento en que el silencio de Dios entra en nuestra alma, la atraviesa y se une a ese silencio que está secretamente presente en nosotros, tenemos en Dios nuestro tesoro y nuestro corazón" (Simone Weil).










TEXTOS PARA ORAR






Isaías 50, 4-5: “Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás”.






Mc 7, 31-37: curación del sordomudo.


Mc 10, 46-52: el ciego de Jericó.


Lc 10, 38-42: María, sentada a los pies del señor, escuchaba su Palabra.


Salmo 103: Bendice, alma mía, al Señor


Salmo 40: Yo esperaba impaciente a Yahvé

domingo, 28 de noviembre de 2010

EL OFICIO DIVINO Y LA SANTIFICACIÓN DEL TIEMPO

“La liturgia de las horas, tiene como característica propia la de servir para santificar el curso entero del día y de la noche.”


1. Cada hora nos habla de eternidad en el presente. El tiempo es memoria, se abre a la novedad del presente y es esperanza del mañana.



2. El tiempo litúrgico, por tanto, prolonga hasta hoy los acontecimientos de la salvación.



3. El cristiano “ora sin interrupción” porque es un miembro de la Iglesia y cuando ésta ora, ora en todos sus miembros. Todos participan de las acciones de los demás.



4. Jesús oraba sin interrupción: al salir el sol, al mediodía, al atardecer y por la noche. Todo el día estaba unido al Padre. Así mismo los Apóstoles y la Iglesia toda.



5. Para orar siempre, basta dedicar a la oración los momentos claves de la jornada para convertir nuestra vida toda en oración y en ofrenda permanente a Dios.



6. El tiempo, no es santificado por sí, es santificado el hombre que vive en el tiempo.



7. La Liturgia es siempre el lugar de encuentro de Dios con el hombre por medio de Cristo, sumo y eterno sacerdote mediador.



8. La Liturgia de las Horas da sentido al tiempo de la vida humana, haciendo que cada instante del día y de la noche sea signo del misterio de salvación.



9. El tiempo es un medio para que el hombre se comunique y dialogue con Dios.



10. “Se comienza el día con oraciones dirigidas a Dios, se termina con himnos que entonamos a Dios.” (San Hilario de Poitiers).



11. La oración a lo largo del día expresa la voluntad de acercarse al ideal de una alabanza ininterrumpida, que se asocia a la que resuena en el cielo.



12. “Aquel himno que se canta perpetuamente en la moradas celestiales y que el Sumo Sacerdote de la nueva Alianza, Cristo Jesús, al tomar la naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre.” S.C. n. 83.



13. La oración al -alba, mediodía, crepúsculo, noche-están marcadas por la rotación de los astros y da a nuestra oración una dimensión cósmica.



14. “El hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual por medio del hombre alcanza su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza.” (G.S. n. 14).



15. El tiempo es parte integrante de la vida del hombre y de su historia. El hombre se realiza en el tiempo…así la oración acompaña a la humanidad en su caminar por la historia.



16. Nuestra oración debe estar salpicada de los gritos que se levantan de todos los rincones del mundo donde el hombre lucha y se afana.



17. Las Horas coinciden con las pausas del trabajo: al alba, antes de comenzar las tareas del día, al descanso de mediodía, al atardecer, a la conclusión de la jornada y por la noche. Marca el compás de nuestra vida.



18. El biógrafo de san Francisco de Asís dice: “una oración hecha vida y una vida hecha oración.”





EL OFICIO DIVINO, FUENTE DE CONTEMPLACIÓN




1. Alcanzar del Señor la gracia de llegar a hacer de la vida una plegaria de alabanza, de intercesión y de acción de gracias…



2. La Liturgia de las Horas respira un suave y vivo conocimiento de la Sagrada Escritura. (S C 24).



3. Los salmos contienen la mejor pedagogía de la oración cristiana, y cuando vamos captando el sentido de los salmos como plegaria, el Oficio divino llega a constituir la mejor forma de oración..



4. Caminamos en la Pascua del Señor: hacia la tierra prometida, hacia la libertad total, como el pueblo de Israel a través del desierto. Es contemplación y profecía del futuro.



5. Los apóstoles anunciaban a Cristo resucitado a partir de la contemplación de los salmos, en los que leían ya la victoria del Señor. Es ponernos en la escucha y sintonizar con nuestros hermanos que sufren.



6. Es intuir la luz de la mirada del Señor, en medio de nuestras tinieblas: “Tu luz nos hace ver la luz,” nos dice el salmo 35.



7. Cada mañana, muy temprano decimos: “Señor abre mis labios y mi boca proclamará tu alabanza” en medio de la oscuridad y luchando contra el sueño y las distracciones.



8. El Oficio de lectura constituye un tiempo de auténtica oración contemplativa con sus lecturas de la Palabra de Dios y la visión de toda la historia de salvación.



9. “Todo cuanto dicen los salmos apunta al conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo: de su Encarnación, de su Pasión y de su Reino, y hace referencia a la gloria y al poder de nuestra resurrección.” (San Hilario de Poiters).



10. ¿No es contemplativa una plegaria en la que intentamos reconocer nuestra propia voz en Cristo y su propia voz en nosotros, como dice San Agustín?



11. Los salmos hablan – me hablan y hablan por mí – Sobre la condición humana, sobre la suerte del justo y del injusto, sobre las intervenciones de Dios. Anuncia lo que Dios hará por su pueblo, la venida del reino. Invita a la alabanza y a la acción de gracias.



12. “Te doy gracias de todo corazón,” rezamos con el salmo 9…Un pecador que confiesa su pecado y experimenta el gozo de saberse perdonado, del salmo 31.



13. “Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte…nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes, del salmo 123. Todo lo puedo rezar en nombre de tantos hermanos que viven en esas situaciones que narran los salmos.



14. “Con él hablamos cuando salmodiamos, y lo escuchamos a él cuando leemos los divinos oráculos, nos dice San Ambrosio.



15. Cada día avanzaremos en el conocimiento de Dios con más amor y entrega a nuestros hermanos y deja en nuestro corazón el modo de contemplarlo.



16. En el Cántico de Daniel: Si volvéis al Señor de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él, él volverá a vosotros y no os ocultará su rostro…



17. Cada día con el Cántico de Zacarías, bendecimos al Señor porque ha visitado y redimido a su pueblo, Dios nos libera de todo lo que se interponga en nuestro camino hacia ese Dios que se revela con la claridad de una profecía cumplida.



18. En Completas cada día con el Cántico de Simeón: Mis ojos han visto a tu Salvador, quizá disfrazado en nuestros hermanos más pobres…



19. QUE NUSTRA MENTE CONCUERDE CON NUESTRA VOZ: lo que cuenta a los ojos de Dios es la actitud interior. Que vuestra mente concuerde con vuestros labios dice San Benito que toma de San Agustín y que después recoge la Constitución conciliar sobre la Liturgia.



20. En esta escuela de oración que es el Oficio Divino, nos ponemos en cuerpo y alma ante Dios, corazón y voz al unísono, unidos al corazón y a la voz de nuestros hermanos, aun a aquellos que ni siquiera tienen voz.



21. En la naturaleza, en la soledad o en el amor de los demás, alabarlo…ser vidas que alaban…ser alabanza…todo eso quisiéramos ser los cristianos…



22. Los que por vocación dedicamos lo mejor de nuestra jornada a la alabanza con razón nos llaman contemplativos aunque muchos cristianos nos dan ejemplo aunque vivan en grandes ocupaciones.



23. Todo cuanto nos ocupa y preocupa puede adquirir en el Oficio Divino una dimensión contemplativa.



24. Que nuestra alabanza sea expresión de una vida que tiene a Dios como centro y que cuando las palabras se quedan pobres, canta, presta su voz a los salmos y con ellos alegro, llora, suplico, se siente pobre, se da gracias…aquí todos los sentimientos tienen cabida.



25. Dice San Agustín: Nuestro Señor, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros y al mismo tiempo es a él a quien dirigimos nuestra oración.



26. Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios. Reconozcamos, pues, nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros.



27. Encaucemos nuestras energías en dejar a Cristo rezar en nosotros y dirijámonos confiadamente a él mientras contemplamos en el rezo del Oficio divino unidos a nuestra comunidad.



28. Cuando se haya dado la señal, corramos a toda prisa a la alabanza ya que nada nos debe urgir tanto como la Obra de Dios. Seamos “alabanza de su gloria” (Ef 1, 12).



29. La liturgia de la tierra nos une a la del cielo. Añade el Concilio: la Liturgia es fuente de piedad y alimento para la oración personal y la contemplación.



30. El Oficio divino nos ayudará a convertir el tiempo del hombre en tiempo de Dios. Su “hoy” es el tiempo de salvación.



31. En la salmodia halla su auténtica interpretación toda la vida humana, situada entre la duda y la esperanza terrena, así nuestro salmodia se hace evangelización del tiempo.



32. El “Dios mío, ven en mi auxilio,” nos está hablando del drama de la historia del hombre que reclama urgentemente la ayuda de Dios.



33. Nos permite vivir esa realidad de: Rezar siempre sin desfallecer (Lc 18, 1), santificando el curso entero del día y de la noche (SC 83-84).



34. La Iglesia es misionera por naturaleza, evangelizadora por necesidad vital de transmitir el mensaje de vida a su Señor. Todos hemos sido enviados. Los monjes también. Por eso, cuando rezamos , tenemos los ojos fijos en el mundo y le servimos rezando.



35. Si oramos con Cristo y en Cristo, si de verdad somos hombres contemplativos, asumiremos necesariamente una dimensión evangelizadora, podremos ensanchar nuestro horizonte y nos dejaremos interpelar por el grito que lanza la humanidad que espera, sufre, ama, conoce y busca a tientas un camino de salvación.



36. En el Oficio como dice la “Institutio”: redoblamos las energías para llevar la buena nueva de Cristo. Es la bella relación entre liturgia y misión.



37. Todos tenemos clara la dimensión misionera de la oración de intercesión, abundante en la Liturgia de las Horas. No existe ocupación, necesidad o problema que no halle en ella un eco. No sólo nos hacemos voz de la Iglesia, lo somos también del mundo entero con todos sus habitantes.



38. El Oficio Divino, fuente de contemplación, es, al mismo tiempo, fuente y fuerza para la misión evangelizadora: entregada a la acción y dada a la contemplación.



39. Nadie cree que puede salvar a alguien sólo con su esfuerzo. Es Cristo quien salva, y el mundo se salvará gracias a la fuerza divina, por eso la plegaria es el momento privilegiado del misionero que lo puede ser aun en medio de los muros del monasterio.



40. Cerrar un convento que cumple con su Regla y canta las alabanzas del Señor es como “Cerrar la boca de la Iglesia.”



41. Nuestra alabanza, obra humana, se une a la obra de Dios, “Opus Dei” y, como sucedió con María, él, el omnipotente, hace también en nosotros y a través de nuestra pequeñez obras grandes.

EL ERMITAÑO Y EL CRISTO








Un ermitaño vivía íntimamente familiarizado con el Cristo de la iglesia, llamado de los favores por las gracias que concedía.






Un día, en un arranque de fervor, el buen ermitaño pidió al Cristo que le dejara quedarse en su lugar, clavado a la cruz que los sostenía. Favor que le concedió el Cristo pero con una condición que debía cumplir a rajatabla: pasara lo que pasara, no podía decir absolutamente ni una palabra. Y así, mientras Cristo le suplantaba en su trabajo, él se quedó clavado en la cruz, en lugar de la imagen de Jesús.






Se la acercó primer un hombre muy rico. Rezó y al marcharse dejo olvidada una bolsa llena de monedas. El ermitaño de buna gana le hubiera avisado, pero no podía hablar.






Llegó después un padre de familia muy pobre. Pidió al Cristo algo con que sostener a su numerosa familia. Al volverse y ver la abultada bolsa de monedas salto de contento, tomándola como un favor estupendo de Cristo. De nuevo el ermitaño se mordió los labios y calló.






Finalmente se presentó un joven y se postró ante el Cristo. Rezando estaba todavía cuando llegó sofocado el hombre rico para recuperar la bolsa olvidada. Viendo al joven y que había desaparecido su bolsa, le acusó de habérsela apropiado. Por más que el joven declarara que no la había visto, el hombre rico amenazaba con denunciarlo sin contemplaciones. En vano el joven protestaba que tenía que emprender un largo viaje y que el barco estaba a punto de partir.






Ante esa “injusticia” el ermitaño se vio en la “obligación” de deshacer el problema y hablando lo arregló todo: el rico recuperó su dinero, que el pobre restituyó, y el joven, liberado de la falsa acusación, se pudo embarcar a tiempo.






Terminado el día, el ermitaño, muy satisfecho de su sensatez, contó al Cristo los pormenores de la jornada.






- Pues todo lo has estropeado – le contestó el Cristo -. Te había recomendado que callaras, pasara lo que pasara. Mira el resultado de tu desobediencia:


- El hombre rico llevaba aquella bolsa de dinero para malgastarle en vicios y pecados como efectivamente lo está haciendo.


- Al pobre este dinero le hubiera solucionado los graves problemas de su familia.


- En cuanto al joven, aunque detenido, hubiera salvado su vida, pues el barco que logró tomar ha naufragado y han muerto todos los pasajeros.






A veces nos quejamos de los “despistes” de Dios o confundimos las gracias con lo que llamamos desgracias…caben muchas más reflexiones pero son a cargo del lector.










miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL HESICASMO II “Soledad y vida contemplativa"



Pensamientos 1.“Monjes, escribe Evagrio Póntico, es aquel que está separado de todos y unido a todos.” Nuestros antepasados tenían más desarrollado que nosotros el sentido de la unidad vital en la caridad.


2.“Los santos, dice Orígenes, mediante la contemplación, están unidos a Dios, entre sí y con los demás.”



3. Doroteo de Gaza dice: “Cuanto más unido está el hombre con el prójimo, tanto más unido a Dios se encuentra, y pone el ejemplo siguiente:



4. “Hagan de cuenta que tienen sobre la tierra un círculo y que en medio de él hay un centro. Piensen que ese círculo es todo el mundo, y que en medio de ese mismo redondel es Dios, y que los radios de la circunferencia, yendo de éstos al centro, son los caminos y profesiones, en la vida de los hombres. Así cuanto más desean los santos aproximarse a Dios, más se dirigen hacia el interior del círculo caminando por los radios, y más cerca están cada vez de Dios y más próximos los unos de los otros, según la proporción de su diligencia en caminar; cuanto más se acercan a Dios, más cerca se encuentran de Dios. Y lo mismo sucede si uno toma el camino contrario: del centro para fuera. Cuanto más se avanza hacia la periferia del círculo, tanto más se separan de Dios, y uno de otro; y cuanto más se alejan uno de otro, tanto más se alejan de Dios. Tal es la naturaleza de la caridad, pues en tanto cuanto nos alejamos del centro del círculo dejamos de amar a Dios y nos alejamos de nuestros hermanos. Y al contrario, si nos acercamos a Dios y le amamos, cuanto más amor pongamos en ello, tanto mas unidos estaremos al prójimo por la caridad. Dios por su gracia nos quiere hacer dignos de oír lo que nos es provechoso y dignos también de llevarlo a la práctica. Es que, cuanto más cuidadosos seamos y más nos preocupemos por poner en práctica todo aquello que de bueno escuchemos, más nos iluminará el Señor y más claramente nos mostrará cuál es su buena y santa voluntad. A El la gloria. Amén.”



5. Todo progreso en santidad realizado por un miembro, beneficia al resto de la comunidad; todo ascenso hacia Dios establece un nuevo contacto entre El y la humanidad en cuanto tal.



6. Todo oasis de espiritualidad torna al desierto de este mundo menos salvaje y más habitable.



7. Se ama la soledad para llevar a cabo la “obra de Dios.” El primero en emplear estas palabras fue San Antonio en el desierto. Y esta obra de Dios no tiene otro principio más que la caridad, y, como meta exclusiva, establecer el reino de Dios-Amor.



8. Jesús que no tenía necesidad de “huir de los hombres” para encontrar a Dios, “tenía la costumbre durante su vida pública, de retirarse a lugares solitarios para orar (Lc 5, 16).



9. Por lo anterior no podemos reducir toda oración a un ejercicio de comunidad.



10. Elías es el representante máximo del celibato evangélico y en virtud de esta gracia fue elevado al cielo en un carro de fuego.



11. Llamamos angélica la vida de los monjes porque, “el monje viene a ser igual que los ángeles, aspira a ver el rostro del Padre que está en los cielos, para caminar “inmaterial hacia el Inmaterial.



12. Hay algo eminente en dos medios: “El Carmelo de Elías y el desierto de San Juan Bautista” puesto que “entre todos los nacidos de mujer no hay ninguno mayor a Juan Bautista” (Mt 11, 11).



13. Consideren, monjes, su dignidad: Juan es el iniciador de esta institución; él es monje, pues en cuanto nació se fue al desierto.” Por eso “vino Juan en el poder y la fuerza de Elías, en su espíritu, ya que también era eremita.”



14. Estos pensamientos anteriores son compartidos con San Basilio, igual que San Gregorio Nacianceno en su devoción a Elías y Juan Bautista. Casiano tiene la misma idea.



15. Es igual la idea de San Pacomio y se lee: San Antonio es el imitador del gran Elías, de Eliseo y de San Juan Bautista, que excitaron la obsesión por el desierto.



16. Un Apotegma: “El abad Arsenio, estando aún en palacio imperial, oraba al Señor en estos términos: Señor llévame a una vida donde yo encuentre mi salvación. Y una voz vino y le dijo: Arsenio: huye de los hombres y te salvarás.”



17. Arsenio siendo ya anacoreta, oró y oyó una voz que le decía: huye, calla, reposa. Estas son las raíces de la impecabilidad.



18. Un arzobispo se presentó a Arsenio y le pidió el favor de una palabra. Después de unos instantes de silencio le dijo: ¿la cumplirá? Y se comprometió, entonces el anciano le dijo: “Bueno, pues cuando oiga decir que acá o allá se encuentra Arsenio, no se le ocurra ir a verlo.”



19. Arsenio cuando iba al oratorio se sentaba detrás de una columna, para que nadie lo viera y tampoco él pudiera fijarse en nadie.



20. ¿Por qué huyes? Le preguntó el abad Marcos y Arsenio respondió: “Dios sabe que yo los amo, pero es que no puedo estar con Dios y con los hombres. Los millares de millares y las miríadas de la alto tienen una sola voluntad; pero los hombres tienen un montón de voluntades. No puedo dejar a Dios y marcharme con los hombres.”



21. “No es posible llegar a ser monje de veras y seguir visitando ciudades, en las cuales el alma se atiborra de imágenes que le vienen de afuera.”



22. El pensamiento de las cosas materiales sirve de obstáculo, estorba, detiene, la comprensión espiritual. Esta comprensión es lo que llamamos oración.



23. San Gregorio Nacianceno, llamado el Teólogo nos habla sobre soledad y oración y dice: Tomé la resolución de no abandonar mi cabaña; pues el objeto de nuestro combate resulta que es la contemplación de los seres y de la Trinidad Santa.”



24. Sólo la memoria o recuerdo de las cosas es ya un impedimiento para la oración. ¿Cómo se podrá llegar así a la contemplación?



25.Dañan la oración: los ojos, el oído, la memoria, la caracterísitica del temperamento. Memoria y temperamento los llevamos con nosotros a la soledad; precisamente por esto no basta huir de los hombres y de las cosas.



26. “Por la vista la inteligencia recibe los pensamientos más propios de ella, pues recibe imágenes; por los oídos recibe algunos que suscitan imágenes y otros que no.”



27. Si queremos llegar a Dios mediante la oración-contemplación-teología, es preciso “no dejar que nuestra inteligencia suministre imágenes.”



28. ¿Cómo encontrar el “lugar de Dios” si la inteligencia no se desprende de toda impresión material?



29. El monje tiene el deber, sirviéndose de la virtud de la prudencia, de huir todo aquello que hiera su alma e impida a su espíritu ( se encontrará por tanto con dos obstáculos) marchar en la prosecución de su ideal y meta: la oración pura y la unión con Dios.



30. La mayor parte de los monjes no han podido alcanzar la soledad porque aún permanecen con los hombres, y, como resultado, han visto que no tienen la fuerza necesaria para renunciar a todas sus voluntades.



31. Muchos se ven vacíos de virtud porque van y vienen al retortero de sus pasiones, de los prejuicisos humanos y según las voluntades del hombre viejo...”



32. Dice Ammonas que la soledad es necesaria para vencer la propia voluntad. Los Apotegmas de los Padres proclaman que para obtener resultado nada mejor que la sumisión al anciano.



33. “La soledad engendra la ASCESIS y las lágrimas; las lágrimas engendran el TEMOR; el temor, a su vez, es la fuente de la HUMILDAD, y del don de la DISCRECIÓN. La discreción engendrá la CARIDAD; y la caridad permite que el alma se vea sin MANCHA, LIMPIA, SANA, IMPASIBLE; entonces el hombre se da cuenta de que según todo esto, no se encuentra lejos de Dios.



34. El que desee llegar a la posesión gozosa de todas las virtudes procurará evitar toda preocupación respecto a hombre alguno, a fin de no juzgarlo. Vivirá siempre preparándose para la muerte.



35. Cada vez que se ora, se reflexiona sobre lo que nos separa de Dios, y lo suprimirá. No debes sentir gusto por este mundo y podrás ver cómo la bondad de Dios, nos concede rápidamente todas las virtudes.



36. En la VITAE PATRUM (la Vida de los Padres) encontramos la máxima: “huye de los hombres” ¿extraño caso? No es esta frase sino la glosa al título de MONACOS: Monje.



37. San Antonio decía: “Aquel que se ha establecido en el desierto, es decir, el hesicasta, se ha desembarazado de tres guerras: la del oído, la de la palabra y la de la vista; no le queda más que una sola: la del corazón.



38. San Nilo insiste en que es preciso abrazar la MONOSIS o sea la soledad “que es la madre de la filosofía.” Filosofía en Nilo es igual a vida monástica en perfección.



39. Ammonas no dice que es preciso no abandonar la soledad y el aislamiento antes de haber conseguido la perfección estable.



40. El abad Filemón predicaba: "Sin perfecta soledad es imposible agradar a Dios, de acuerdo con la filosófica enseñanza de nuestro santo Padre Moisés; la soledad engendra la ascesis."



41. Hablando de silenzio, huida de los hombres y soledad es asombroso el caso de un santo muy grande de actualidad en el próximo Oriente, en el Líbano: San Charbel Makhluf.



42. “Permanece quieto en tu celda y ella te enseñará todo.” Más que autor, esta frase parece ser un texto sagrado.



43. El abad Isaías dijo al abad Macario: Dime una palabra. Y el anciano le dijo: huye de los hombres. El abad le dijo: Qué es eso de huir de los hombres? Y el anciano le respondió: Quedarte quieto en la celda y llorar tus pecados.



44. San Máximo: “En el tiempo de la tentación no abandones tu monasterio, es mejor que resistas valientemente ante las olas de los pensamientos, máxime los de la tristeza y la acedia.”



45. Tan necesaria es la soledad a la paz del corazón, como necesario es el aire para la respiración o la comida para la alimentación y desarrollo físico.



46. “Hay quienes parece están callados, pero su corazón condena a los demás. Esos tales hablan sin cesar. Hay otros que se pasan hablando de la mañana a la tarde, y resulltaa que guardan silencio, ya que no dicen nada que no esté ordenado a una utilidad espiritual.”



47. Pitágoras fue quien, de entre los antiguos, pasó por el hombre que mejor llegó a conocer el alto valor del silencio. Era tal su enseñanza que prescribía a sus discípulos hasta 5 años de silencio. Consideraba que la mayor hazaña y lo que más maestría requería era amaestrar la lengua.



48. San Gregorio el Teólogo se imponía laragos períodos de silencio absoluto. Una vez pasó una cuaresma completa sin pronunciar una sola palabra.



49. Hay personas que son capaces de pasar todo un dia diciendo o escuchando novedades.



50. La más célebre sentencia de los Apotegmas de san Arsenio: “Muchas veces me arrepentí de haber hablado, y nunca de haber callado.”


51. El abad Titoés: No pido a Dios, ya que me libre del pecado, sino que me libre de mi lengua.”Y sin embargo hasta ahora todos los días caigo por culpa suya y cometo pecado.



52. Si ves algo espectacular,u oyes algún cuento (chisme), no vayas a contárselo a tus vecinos.



53. Cómo vamos a guardar el corazón mientras tengamos abierta la lengua y el estómago?



54. “Hace bien quien habla por Dios; y quien calla por Dios, lo mismo.”



55. Toda palabra es inútil, si no coopera en nada al fin propuesto en el servicio de Dios.



56. Sólo el canto de los salmos debe interrumpir nuestro silencio.



57. Arsenio: silencioso y extático, extático y silencioso. Silencioso por voluntad propia, extático a pesar suyo. Durante tres años le pidió a Dios: No me glorifiques en la tierra. Pero de tal modo le glorificó Dios que ninguno podía fijar en él los ojos, a causa del resplandor que irradiaba su persona.


58. Pambo, hombre sin estudios, fue en busca de alguien que le enseñara un salmo. Pero en cuanto aprendió el primer versíclo: “Yo dije, vigilaré mi proceder para que no se me vaya la lengua, del salmo 38, no quiso ya pasar al segundo.



59. Todos los que aman a Dios coinciden en una cosa: su amor al silencio. Cuanto más gustan de la dulzura del Señor, más silenciosos son.



60. Cuando veas que ya casi eres un teólogo, sábete que el silencio es más admirable y digno que la misma teología.



61. En un principio nosotros elejimos y nos imponemos el silencio. Después, de nuestro mismo silencio, nos nace un no se qué que nos hace buscarlo con más deseo. Que Dios nos haga sentir esa cosa que nace del silencio.



62. Una vez que el alma ya no piensa más en sí misma, pierde costumbre de hablar, y se ve entonces liberada gracias a su fe en Dios.



63. Muchas gentes corren para encontrar, y no encontrará sino aquel que continuamente vive en silencio.



64. Todo hombre locuaz aunque cuente cosas admirables, manifiesta que está vacío por dentro. Si amas la verdad, sé amante del silencio.



65. El silencio es el misterio del mundo futuro; mientras que la palabra es el instrumento del mundo presente.



66. Más provechoso es un “Sactus” con atención antes de dormir que una vigilia de 4 horas a base de frases inútiles.



67. “Una vez que has entrado al Yermo has de tener una idea fija: todos tus parientes y amigos han muerto.”



68. El “hesicasta” en sentido cristiano practica la soledad y el silencio por amor a la oración, a la unión con Dios y a la perfección espiritual.



69. Ojo! Nicodemos el Hagiorita, decía: nosotros llevamos en nuestro interior una conversacioón continua, en virtud de la cual “hacemos mil razonamientos, componemos descoponemos, juzgamos para nuestros adentros, leemos libros enteros, y todo ello en silencio y sin que la boca hable.”



70. “Te desparrames en muchas preocupaciones, dijo el Señor a Marta; muchas te atosigan, y no te das cuenta que una sola es necesaria, y de ésta te priva tu agitación, se trata de la quietud, la hesihjhia, la contemplación de María.”



71. La moral cristiana nos advierte: cuidado con no liarse demasiado, de no vivir siempre angustiados y en tensión. No olvidemos que creemos en Dios todopoderoso sin cuyo concurso nada sucede.



72. San Bernardo, siguiendo al gran Orígenes, lo dice bien claro: “He aquí cual es la medida: CUANDO SE TRATA DE AMAR A DIOS NO HAY QUE PENSAR EN MEDIDA, NI EN METODO; LO MEJOR ES DARLE TODO LO QUE SE TIENE.” La medida del amor a Dios es amarle sin medida.



73. La casa construida sobre roca, no ha de preocupar ni por el maligno ni por la tribulación, o por las persecuciones que pueden sobrevenir por causa de la Palabra.



74. El Señor no ha dicho: Miren cómo vuelan los pájaros, sino que éstos se alimentan sin tener que preocuparse de ello...No dijo que no sembráramos, sino que no debe hacerse de la siembra una preocupación agobiante. Ni que no se debe trabajar, sino que no hay que tener una alma tan mezquina que se deba ahogar por las ocupaciones de cada día.”



75. Enseñó San Juan Clímaco: “El gran quehacer de los hesicastas, es poseer a priori una indeferencia perfecta respecto a todas las cosas humanas, incluso aunque aparezcan ante nuestros ojos como muy convenientes.”



76. Los que haceres desprovistos de sentido, que no tienen razón de ser, son los que constituyen los pecados, o al menos los que conducen a ellos y quedan incluidos aquí también las actividadaes que desde un principo aparecen como inútiles espiritualmente.



77. Aún la preocpación por los pobres o el prójimo, el monje debe huirlas, pues como dice San Juan Clímaco, “aquel que les abre la puerta, verá con asombro que sin darse cuenta ha caído en las redes de éstas y de las primeras después.



78. La hesyhjhia es la eliminación de pensamientos y negación de preocupacines que parecen razonables y convenientes.”



79. Evagrio dice: “es la oración la que se encarga de eliminar los pensamientos.”



80. “Quien tiene a bien dedicarse a la heyjhia, no se preocupará ni de su cuerpo. Pues Aquel que ha permitido (ocuparse) es incapaz de mentir.



91. Quien quiere poner ante Dios una innteligencia pura y luego se deja desbordar por las preocupaciones, se parece a un hombre que tiene los pies atados con cadenas, y que está intentando correr.”



92. “El que cree que es bueno dedicarse a amar a Dios, lanzarse a la empresa de esperar su reino, dedicarse a la penitencia por las faltas pasadas, el que cree que es bueno tomarse en serio aquello del juicio y castigo eterno, el que cree que es bueno vivir con temor acerca de la propia muerte, ese ya no necesita preocparse de más cosas; ni del dinero, ni de más amores, ni de más nada, en absoluto. Ya no siente interés por nada, todo lo transitorio lo ha desechado y a todo ha cogido tirria; y no digamos nada respecto a su propia carne. Nada le causa preocupaciones y así puede marchar alegremente en busca y seguimiento de Cristo.



93. Señor nunca me he cansado de andar tras de Tí, y no he anhelado nunca el poder apartarme de Ti para hacer lo que me viniera en gana; lo salido de mis labios enfrente de tu faz ha estado.”



94. Es vergonzoso que después de haber dejado todas las cosas y habernos decidido a entrar bajo el techo de una vocación que nos viene del Señor y no de hombre alguno, nos preocupemos por cosas que de nada nos servirán en el momento definitivo, es decir el de nuestra muerte.



95. A lo anterior, es lo que el Señor llama volver la vista atrás, y no ser aptos para el reino de los cielos.



96. El Señor, que ve con qué facilidad nos exponemos a dar pasos en falso el comienzo de nuestra conversión, y que sabe que pronto nos volveríamos al mundo si tratásemos con la gente, o sólo si la encontrásemos de vez en cuando, dijo a quien le pidió permiso para ir a enterrar a su padre: “Deja a los muertos que entierren a sus muertos.”



97. Cuando uno está apegado a una cosa o persona por pasión, el síntoma fatal que pronto o tarde aparece, es la tristeza.



98. Quien tenga tirria al mundo, ese ha escapado de la tristeza. Y quien por el contrario, conserve un afeacto desordenado hacia alguna cosa visible, no estará plenamente exento de tristeza.



99. No se llega a ser anacoreta (eremita o ermitaño) de verdad sino mediante un triple renunciamiento: primero a las cosas y a los hombres, incluso parientes; después a la propia voluntad y “la tercera renuncia es a la de ls vanagloria que resulta de ver uno que es obediente.”



100. Sin profecías, sin iluminaciones, si cosas maravillosas y raras, sin milagros, muchísimas gentes han conseguido la salvación; sin humildad sin huida de toda vanagloria, ninguno entrará en la sala nupcial.”



101. La humildad protege a los taumaturgos; la taumaturgia puede destruir la humildad.



102. La mención de los milagros reservados para los monjes y de las cuales se ven privados las gentes del mundo, vienen a confirmar, por testimonio divino, la superioridad del eremitismo, que también quedó sólidamente cimentada en otra clase de agumentos.



103. En palabras de San Juan Crisóstomo: al igual que la moral del NT. Es más dura que la del Antiguo, como también es mucho más difícil ser monje por dentro, en espíritu y de corazón, que por fuera, es decir por las observancias; es que el tercer grado de toda vida espiritual exige un número de mortificaciones que los dos anteriores no han hecho sino preparar.



104. La separación de cosas y personas es menos costoso que eliminar pensamientos agradables o penosos, pues esa separación se sirve para eliminarlos. La hesyjhia, en el sentido preciso de la expresión, es un quehacer exclusivamente interior, es la guerra invisible, o más bien, el resultado de la victoria conseguido en esta guerra contra todas las potencias de turbación, agitación o nerviosismos y pasión.



“Soledad y vida contemplativa" por I Hausepp.

EL HESICASMO I ( Sistema espiritual para buscar a Dios )

Es el movimiento místico conocido en el siglo VII y más adelante con Simeón el Nuevo Teólogo en el siglo IX que alcanzó pleno desarrollo en el siglo XIV en el Monte Athos.

El Hesicasmo es un sistema espiritual de orientación esencialmente contemplativa, que coloca la perfección del hombre en la unión con Dios mediante la plegaria u oración continua. Lo que lo caracteriza es precisamente la afirmación de la necesidad, de la Hesyjhia, o quietud en sentido un tanto amplio, para llegar a tal unión. Sólo se llega con esfuerzo, renuncia y ascesis. Es un medio para buscar a Dios.

Se requiere soledad, al menos en ratos de silencio también, para asegurar la calma, la paz el reposo, la tranquilidad, fuera de las cuales es imposible el recogimiento, la oración, y por tanto, la unión con Dios.


Soledad interior y exterior


Dos formas de Hesyjhia: una exterior, que consiste en la separación de la gente, del ruido,del traqueteo, otra interior, que reside en el alma y en sus facultades, y que es la más importante; pero supone la primera.


De esto resulta que el Hesicasmo, en sus propósitos de contemplación, irá acomodando y eligiendo un modo de existencia proporcionado y apropiado junto con la búsqueda de un estado habitual al cual está ordenado tal género de existencia. Una vez admitida la idea o postulado de que para el hombre la perfección coincide con la vida de continua oración, vemos que, a fin de cuentas, se trata mucho menos de una cuestión de orden doctrinal que de una cuestión de orden psicológico y experimental.

1. DEFINICION


El término HESICASMO, en lengua bizantina, designa un sistema de espiritualidad que tiene por norma la excelencia, e incluso la necesidad, de la Hesyjhia.

Hesyjhia quiere decir tranquilidad, silencio, reposo. Se dan múltiples géneros de reposo: desde la ausencia de guerras, hasta la suspensión de las facultades; en el reposo místico; pasando por la inercia y la pereza, el silencio de las cosas y de las personas, el apaciguamiento del espíritu y del corazón. Mientras haya seres, conjuntos o partes de ser susceptibles de agitación, habrá otra tantas clases de reposo, apelables todas ellas Hesyjhia...

Platón decía que las gentes de bien, -honorables- están siempre en disposición de vivir la vida de reposo ( hesueon hion ).

La palabra reposo (hesyhia ) designa toda a VIDA EREMITICA cristiana, desde la huida de los hombres, totalmete exterior a uno mismo, hasta la misticísima “eliminación de los pensamientos.” Su resultado es la unión con Dios mediante la oración. Es un medio, no una meta, para llegar a la meta que es la unión con Dios y la oración continua.

II. UNA DISTINCION:


Soledad y paz interior


Se dan dos clases de reposo: Exterior y otro interior. Uno en las cosas y otro en las fuerzas de la naturaleza y un silencio en las facultades del alma.

No caminan a la par. Hay quien se ve turbado cuando todo en su alrededor esta en calma; hay quien hace de la calma una posesión propia aun en momentos en que parece que se va a venir el mundo abajo. Así se ha constatado en ciertas vidas de los santos...

El abad Moisés dijo al abad Macario, de Sceté: “Yo deseo, “HESUCHASAI,” quiero estar en reposo, y los hermanos no me dejan. El Abad Macario le dijo: “Me parece que tú eres de natural tierno y delicado y no eres capaz de deshacerte de un hermano importuno. Si tú realmente buscas la hesyjhia, ve al desierto, bien dentro, a Petra; verás como allá obtienes el reposo.” Así lo hizo, y consiguió la paz.


El que se ve sin paz y distraído, debe reforzar su soledad. Para San Arsenio los hesicastas son aquellos monjes que evitan todo encuentro con las personas.

III. UNA CUESTION



Soledad y caridad fraterna


Planteamos un problema que no afecta a los hesicastas precisamente sino a los cristianos, sobre todo, a aquellos que deben enseñar a otros el camino de la perfección. La vida ascética tiene únicamente una meta: la salvación del alma, que consiste en la caridad, según san Irineo que la opuso al intelectualismo de los falsos gnósticos. Desde entonces la única sabiduría y el único deber es abrazar el género de vida que conduce con mayor certeza a la más alta caridad.

¿Qué es la caridad? Jesús da la respuesta: “Amarás a Dios con todo el alma, con toda tu inteligencia, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, y al prójimo como a tí mismo.” Palabras que no dejan de levantar nuevos problemas cuando se trata de llevarla a la práctica.


Amor a Dios y al prójimo


¿Cómo compaginar el amor de Dios con el amor del prójimo? Si la medida para amar a Dios es amarle sin medida, al decir de Orígenes, ¿no es cierto que sería preciso ordenar todas las fuerzas del alma y momentos de la vida en busca de este amor?

¿Qué queda para las prácticas de caridad fraterna? Y cómo saber si nuestros sentimientos provienen de una caridad realmente auténtica?

No ha muerto en nosotros la PHILAUTIA, cuyo virus infecta la fuente misma de nuestra afectividad, según enseña Máximo el Confesor...

Casiano dice: “Cuán preciso es saber desprenderse de toda imagen llegado el momento de la oración! Hay que ir a un lugar apartado, sobre la montaña y a ejemplo de Jesucristo, orar allí secretamente...Unicamente pueden contemplar su divinidad con ojos muy puros los que, elevándose por encima de todas las obras y pensamientos bajos y terrenos, se retiran y suben con El a esta morada elevada de la soledad.

En ella Jesucristo aparta a las almas del tumulto de las pasiones y las separa de la turbación de los vicios. Y así, sublimadas con la aureola de las virtudes, les revela la gloria y el esplendor de su rosotro. Es que tienen los ojos del corazón puros para contemplarle.

Es necesario subir –como Pedro, Santiago y Juan – a las montañas de las virtudes. Así es como en otro tiempo se apareció a Moisés (Ex 3, 2) y habló a Elías ( 3 Reg 19ss) en el fondo de una soledad.

Jesús no tenía necesidad de retiro y soledad para alcanzar la perfecta pureza. Además, no podía contaminarse con el roce de las muchedumbres. Al contrario cuando le place, su contacto y su presencia santifica y aquilata cuanto hay de impuro en los hombres. Y sin embargo, se retira “a la montaña, completamente solo, para orar.” ( Mt 14, 23 ).

Nos quiso enseñar con esta actitud que cuando queremos ofrecer a Dios oraciones perfectas y puras, debemos separarnos, como El, de la confusión y bullicio del mundo.

En qué consiste el fin y la perfección de nuestra plegaria? ¿Qué es la perfecta oración y cómo debe ser para no perder continuidad? El Señor ora: “Para que el amor con que Tú me has amado esté en ellos y ellos en nosotros.” ( Jn 17m, 26 y 21ss ).

Tal debe ser la meta, el ideal del solitario. Con todas las energias de su ser, debe aspirar desde esta vida a merecer la posesión de la futura bienaventuranza y a pregustar en su cuerpo mortal la vida de la gloria celestial. Este es el fin de toda perfección: que el alma, libre de todo lastre de la carne, como alada, se despegue de las cosas visibles y vuele rauda hacia las alturas del espíritu. Que toda su vida, que todos los movimientos de su corazón no formen en adelante más que una oración única e ininterrumpida.

Santo Tomás tomando el nombre de “monje” como unidad, en oposición a la división, se cumple lo que es: “El monje se llama monje porque noche y día vive en intercambio con Dios, porque no tiene la imaginación ocupada sino en las cosas de Dios, y así ya no posee nada sobre la tierra.”

Se llama monje porque no toma mujer y renuncia a vivir con la gente, tanto externa como internamente. Externamente quiere decir que renuncia a las cosas materiales y a los negocios del mundo. E, interiormente, significa que se priva de todos los pensamientos referentas a la gente, tratando también de desprenderse de toda preocupación meramente de pasatiempo.

En segundo lugar se llama “monje” porque invoca a Dios siempre en continua oración, a fin de que le purifique el espíritu, despojándosele de la multiplicidad de cavilaciones y elucubraciones, de forma que, apartado de todo esto su espíritu, ya solitario, puede volar solamente al verdadero Dios, sin recibir jamás las sugestiones del mal, y así poder guardar siempre la pureza requerida y permanecer terso y claro en su tender hacia Dios.

A los monjes se les ha dado el cuidado del alma, el “solo con el solo” sin la predicación del Evangelio ni la solicitud por las Iglesias.

Dionisio escribía: “Entre todos los iniciados, la dichosa cohorte de los monjes es la de rango más elevado, que se dedican a purificarse plenamente y a realizarlo todo con perfecta santidad. Además, está admitida a la contemplación de lo sagrado...”

El MONJE por vocación, está consagrado únicamente a la prosecución de la unión con Dios mediante la oración, que presupone el desprendimiento total, la perfecta purificación, la renuncia a todo aquello que podría retardar o perjudicar su ascensión espiritual.

Veremos las experiencias respecto a las ventajas e inconvenientes de la “huida de los hombres.”

VARIOS GRADOS DE LA SOLEDAD


Uno está solo cuando no tiene idea o posibilidad de poderse encontrar con otro ser humano allá donde él pueda pasear o vivir. Esto se llama “fuga de los hombres,” “ARSENI, FUGE, HOMINES.”

También está uno solo cuando lleva mucho tiempo sin charlar con nadie. Es la soledad del silencio: “ARSENI, TACE.” ( Arsenio, calla ).

Finalmente está sola una persona mientras es espíritu en su intimidad no posee ningún interlocutor, ni compañía alguna. Es la soledad del corazón: “ARSENI QUIESCE.” ( Arsenio en quietud ).


Materialmente hablando, la soledad más auténtica es la primera: la huida de la convivencia con los hombres. Moralmente, la soledad más profunda es la tercera: la del corazón.

El silencio está entre dos extremos: es forzoso, si uno está solo, es decir, aislado; y es difícil de mantener si uno está acompañado. Puede ser además, silencio material, por el mero hecho de no pronunciar palabras; y también, interior, cuando a pesar de la conversación externa el corazón permanece en soledad, bien forzosa o bien voluntaria.

Veamos, pues, lo que han pensado los cristianos, y sobre todo los monjes, de estas tres cosas:

Huida de los hombres.


Silencio.

Soledad interior.


1. HUYE : Fuge


La vida eremítica no ha sido inventada por los cristianos. Su origen se confunde con los orígenes de la filosofía. ¿Cómo poder reflexionar con profundidad en medio de mil causas de distracción, en presencia de gentes que para desembarazarse de su soledad interior no encuentran otro recurso que la evasión de sí mismos mediante el parloteo?

Respeto a los orígenes de la filosofía, todos conocemos la controversia referente a la edad helénica. ¿Fueron los egipcios, los persas, los caldeos o los judíos los primeros filósofos? La misma Grecia se dio su filosofía.

Sólo la India tenía su filosofía en el sentido propio de la palabra. Grecia conoció la India con las conquistas de Alejandro. Desde entonces se habla mucho de los “qymnosofistas,” admirándoseles hasta el punto de que, en pleno siglo IX a. C. el viejo Licurgo, acaba por hacerse pasar como discípulo de aquellos. Así, estos sabios-nudistas huían el trato con los hombres.


Los cristianos también les conocieron, y merece la pena hacer notar la primera reacción de uno de ellos: Tertuliano: “Nosotros, los cristianos, no somos ni Brahamanes, ni qymnosofistas indios, gente que mora en los bosques exilados de la vida.”

Sin duda fueron los griegos los primeros en comprender la necesidad de la soledad, quizá por ser filósofos a natura.


Según Platón, los pocos hombres que llegaron a comprender que la sociedad es una jungla donde no hay posibilidad de ser útil en algo, se dieron al reposo contemplativo ocupándose de sus propios negocios, “al igual que en tiempos de borrasca se refugia uno tras una pared...”, “se torna uno hacia la ciudad interior que lleva dentro de sí.” Palabra admirable y profunda, última palabra, amargura y resignación de la enorme sabiduría platoniana...

El tratado “De vita contemplativa,” que a veces se le disputaba, hoy en día casi todos se lo conceden en propiedad. Casi podemos asegurar que más tarde de su aparición esta obra disfrutó de gran aprecio por parte de los monjes. Según él, los terapeutas cuya vida describe, moraban en los manasterios, es decir, en celdas o casitas cercanas las unas de las otras, constituyendo una especie de colonia de eremitas. “Pasaban su tiempo en los huertos y en lugares solitarios, buscando el aislamiento.”

Filón elogia la vida solitaria tomando como objeto a los terapeutas. Incluso la divina sabiduría –dice- “es amiga del desierto.” El Logos de Dios es solitario y así los que quieren darse a la búsqueda de la cotemplación, buscan vivir en soledad y apartamiento. Y, pora poner un ejemplo, cita a los Setenta traductores de la Biblia, que buscaron la tranquilidad en la soledad. Bastantes de los términos empelados por Filón para expresar estos pensamientos pasaron a ocupar plaza en el vocabulario monástico.


“La instrucción y la filosofía requieren ambas, mucha soledad y apartamiento de las distracciones,” nos dice Dión Crisóstomo. Podríamos recoger muchas máximas de este tipo. Insisten en el recogimiento interior más que en el aislamiento externo.

La famosa proposición de las Enneadas: “Esta es la vida de los dioses y de los hombres divinos: DESPRENDIMIENTO DE TODO, de las cosas de abajo; negación de todo placer producido por las cosas presentes, huida en soledad hacia el Solo”. La vida de Plotino es un testimonio que nos ayuda a hacer la exégesis de estas palabras.

HUIR DE LOS HOMBRES

En todos estos textos, la huida de los hombres tiene como fin y meta el bien de la inteligencia, la instrucción o la contemplación... (Sigue)