miércoles, 21 de diciembre de 2011

Alguien nos espera


Produce una paz gozosa en el alma saber que alguien nos espera, nos ama, nos busca. Significa que nuestra vida tiene sentido, que somos importantes para otro, que no vivimos simplemente por inercia, que hay una meta hermosa por la que vale la pena nuestra entrega... 

A todos los lectores de este blog os deseo unas gozosas fiestas de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Que la soledad y el silencio nos unan  a los sentimientos del corazón de María para poder acercarnos  a la contemplación de Aquel que se hace niño por nosotros y desde la pobreza nos espera.

sábado, 17 de diciembre de 2011

F r a g m e n t o s d e v i d a


 

 

F r a g m e n t o s   d e   v i d a



V i a j e r o s   h a c i a   e l   P a r a í s o



HORARIO

Partida:  A todas las horas
       Llegada:  Cuando Dios quiera.


PRECIOS

                                          1ª clase: virginidad o martirio.
              2ª clase: penitencia y confianza en Dios.
              3ª clase: arrepentimiento y resignación.


AVISOS

1º No hay viajes de placer.

              2º No hay billetes de ida y retorno.

                                        3º Los niños no pagan nada, porque van sobre las      rodillas de su Madre, la Iglesia.

                                              4º  Se pide no llevar otro equipaje fuera de las buenas obras, si no se quiere perder el tren o sufrir un retardo en la penúltima estación.

Este horario es para todas las temporadas,
para todos los lugares,  para todos los hombres.
Ni siquiera los presidentes pueden separar
un tren especial para ellos.

(Tomado de una estampa del 1899 del Santo Yermo Camaldulense)

sábado, 3 de diciembre de 2011

Los monjes de Belén





La vida solitaria contemplativa, aunque es un árbol muy pequeñito dentro de la Iglesia, fructifica, aquí os dejo este video sobre los monjes de Belén que comparten la parternidad de san Bruno.



miércoles, 23 de noviembre de 2011

LADRÓN EN EL MONASTERIO






LADRÓN EN EL MONASTERIO

  Era un estudiante vago, borracho, glotón, jugador y siempre endeudado. Un día decidió robar en una abadía que según decían era muy rica: vasos sagrados, candelabros, cruces, báculos, anillos. Se haría pasar por un aspirante llamado a la vida religiosa, ganaría la confianza de los monjes, descubriría el lugar del tesoro, lo robaría y huiría. Dicho y hecho.

  Nuestro hombre interpretada bien el papel de monje ejemplar: piadoso, trabajador, dócil y paciente. Pasó un año y nada pudo averiguar del tesoro. Y comenzó a cansarse de la austera vida de los religiosos.

  Un día empacó sus cosas para marcharse. La campana que llamaba al comedor le retuvo: aunque malo, el plato de la abadía era mejo que lo que encontraba fuera. Intentó marcharse al atardecer pero la llamada para la Salve la  hizo posponer la huída para la mañana siguiente.  Le había cogido cariño a la Virgen María: no podía perderse su última “Salve”

  Pero a la mañana siguiente, cuando ya estaba lejos del monasterio escuchó el sonido de la campana que anunciaba la misa conventual. ¡Echaba de menos la celebración con sus hermanos de comunidad! ¿Por qué no implorar la misericordia infinita de Dios en las Misa antes de partir a su destino desconocido? Y regresó.

  Como una madre amorosa el monasterio le sujetaba con sus brazos: la comida tan fraterna, la Salve a Santa María al anochecer…

  Poco a poco tuvo menos deseos de abandonar el lugar. La vida de monje no le pesaba ya. Pasaron los años y recibió las órdenes sagradas hasta llegar al sacerdocio. Y el día de su primera Misa se abatió sobre él el peso de toda su vida de mentira.
  ¿Cómo se atrevía?

  Se arrojó a los pies del abad y confesó su vida. El Superior lo tranquilizó: - Ningún monje ha sido tan tentado como tú. Has sido fiel a tus votos aunque tenías seco el corazón. La vida que has creído llevar de engaña la has vivido d verdad y ella habla a tu favor. No te avergüences ni temas que Dios rehuse la ofrenda que presentan tus manos. Te absuelvo de haber venido aquí a robar un tesoro porque el verdadero tesoro del monasterio ya lo has encontrado.
                                                                                                                                                

lunes, 17 de octubre de 2011

En homenaje a la desaparecida comunidad de monjes de la Cartuja de Aula-Dei



Querido visitante: Durante casi 500 años han  permanecido en la Cartuja de Aula Dei (Zaragoza) sus moradores, en una vida escondida en Cristo para el mundo, de soledad, oración, alabanza y penitencia.  Después  de muchas vicisitudes,  el capítulo general de la orden, reunido en Junio 2011, en la Gran Cartuja, ha decidido  que esta comunidad se fusione con la Cartuja de Porta Coeli (Valencia). Este montaje de fotografías inauditas de la vida contemplativa en Aula-Dei, sea un homenaje a la vida escondida de tantos monjes cartujos que en ese lugar,  dieron su vida por Cristo: Video

miércoles, 12 de octubre de 2011

Del discurso del Santo Padre Benedicto XVI durante las vísperas en la Cartuja de Serra San Bruno en Calabria (Italia) el 9 de octubre de 2011:





      "Fugitiva relinquere et aeterna captare": abandonar las realidades fugitivas e intentar aferrar lo eterno. En esta expresión de la carta que vuestro Fundador dirigió al Preboste de Reims, Rodolfo, se encierra el núcleo de vuestra espiritualidad (cfr Carta a Rodolfo, 13): el fuerte deseo de entrar en unión de vida con Dios, abandonando todo lo demás, todo aquello que impide esta comunión y dejándose aferrar por el inmenso amor de Dios para vivir sólo de este amor.


      Queridos Hermanos, vosotros habéis encontrado el tesoro escondido, la perla de gran valor (cfr Mt 13,44-46); habéis respondido con radicalidad a la invitación de Jesús: “Si quieres ser perfecto- le dijo Jesús- ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme" (Mt 19,21). Todo monasterio – masculino o femenino – es un oasis en el que, con la oración y la meditación, se excava incesantemente el pozo profundo del que tomar el “agua viva” para nuestra sed más profunda. Pero la Cartuja es un oasis especial, donde el silencio y la soledad son custodiados con particular cuidado, según la forma de vida iniciada por San Bruno y que ha permanecido sin cambios en el curso de los siglos. “Habito en el desierto con los hermanos”, es la frase sintética que escribía vuestro Fundador (Carta a Rodolfo, 4). La visita del Sucesor de Pedro a esta histórica Cartuja pretende confirmar no sólo a vosotros, que vivís aquí, sino a toda la Orden en su misión, de lo más actual y significativa en el mundo de hoy.


    El progreso técnico, especialmente en el campo de los transportes y de las comunicaciones, ha hecho la vida del hombre más confortable, pero también más agitada, a veces convulsa. Las ciudades son casi siempre ruidosas: raramente hay silencio en ellas, porque un ruido de fondo permanece siempre, en algunas zonas también de noche. En las últimas décadas, además, el desarrollo de los medios de comunicación ha difundido y amplificado un fenómeno que ya se perfilaba en los años sesenta: la virtualidad, que corre el riesgo de dominar sobre la realidad. Cada vez más, incluso sin darse cuenta, las personas están inmersas en una dimensión virtual a causa de mensajes audiovisuales que acompañan su vida de la mañana a la noche. Los más jóvenes, que han nacido ya en esta condición, parecen querer llenar de música y de imágenes cada momento vacío, casi por el miedo de sentir, precisamente, este vacío. Se trata de una tendencia que siempre ha existido, especialmente entre los jóvenes y en los contextos urbanos más desarrollados, pero hoy ha alcanzado un nivel tal que se habla de mutación antropológica. Algunas personas ya no son capaces de quedarse durante mucho rato en silencio y en soledad.

   He querido aludir a esta condición sociocultural, porque ésta pone de relieve el carisma específico de la Cartuja, como un don precioso para la Iglesia y para el mundo, un don que contiene un mensaje profundo para nuestra vida y para toda la humanidad. Lo resumiría así: retirándose en el silencio y en la soledad, el hombre, por así decirlo, se “expone” a la realidad de su desnudez, se expone a ese aparente “vacío” que señalaba antes, para experimentar en cambio la Plenitud, la Presencia de Dios, de la Realidad más real que exista, y que está más allá de la dimensión sensible. Es una Presencia perceptible en toda criatura: en el aire que respiramos, en la luz que vemos y que nos calienta, en la hierba, en las piedras... Dios, Creator omnium, atraviesa todo, pero está más allá, y precisamente por esto es el fundamento de todo. El monje, dejando todo, por así decirlo, “se arriesga”, se expone a la soledad y al silencio para no vivir de otra cosa más que de lo esencial, y precisamente viviendo de lo esencial encuentra también una profunda comunión con los hermanos, con cada hombre.


     Llegar a ser monjes requiere tiempo, ejercicio, paciencia, “en una perseverante vigilancia divina – como afirmaba San Bruno – esperando el regreso del Señor para abrirle inmediatamente la puerta" (Carta a Rodolfo, 4); y precisamente en esto consiste la belleza de toda vocación en la Iglesia: dar tiempo a Dios de actuar con su Espíritu y a la propia humanidad de formarse, de crecer según la medida de la madurez de Cristo, en ese particular estado de vida. En Cristo está el todo, la plenitud; necesitamos tiempo para hacer nuestra una de las dimensiones de su misterio. Podríamos decir que éste es un camino de transformación en el que se realiza y se manifiesta el misterio de la Resurrección de Cristo en nosotros, misterio al que nos ha remitido esta tarde la Palabra de Dios en la lectura bíblica, tomada de la Carta a los Romanos: el Espíritu Santo, que resucitó a Jesús de entre los muertos, y que dará la vida también a nuestros cuerpos mortales (cfr Rm 8,11), es Aquel que realiza también nuestra configuración a Cristo según la vocación de cada uno, un camino que discurre desde la fuente bautismal hasta la muerte, paso hacia la casa del Padre. A veces, a los ojos del mundo, parece imposible permanecer durante toda la vida en un monasterio, pero en realidad toda una vida es apenas suficiente para entrar en esta unión con Dios, en esa Realidad esencial y profunda que es Jesucristo.


   ¡Por esto he venido aquí, queridos Hermanos que formáis la Comunidad cartuja de Serra San Bruno! Para deciros que la Iglesia os necesita, y que vosotros necesitáis a la Iglesia. Vuestro lugar no es marginal: ninguna vocación es marginal en el Pueblo de Dios: somos un único cuerpo, en el que cada miembro es importante y tiene la misma dignidad, y es inseparable del todo. También vosotros, que vivís en un aislamiento voluntario, estáis en realidad en el corazón de la Iglesia, y hacéis correr por sus venas la sangre pura de la contemplación y del amor de Dios.




  Stat Crux dum volvitur orbis – así reza vuestro lema. La Cruz de Cristo es el punto firme, en medio de los cambios y de las vicisitudes del mundo. La vida en una Cartuja participa de la estabilidad de la Cruz, que es la de Dios, de su amor fiel. Permaneciendo firmemente unidos a Cristo, como sarmientos a la Vid, también vosotros, Hermanos Cartujos, estáis asociados a su misterio de salvación, como la Virgen María, que junto a la Cruz stabat, unida al Hijo en la misma oblación de amor. Así, como María y junto con ella, también vosotros estáis insertos profundamente en el misterio de la Iglesia, sacramento de unión de los hombres con Dios y entre sí. En esto vosotros estáis también singularmente cercanos a mi ministerio. Vele por tanto sobre nosotros la Madre Santísima de la Iglesia, y que el Santo Padre Bruno bendiga siempre desde el Cielo a vuestra Comunidad.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La vida eremítica



Estimado visitante:
Si quieres escuchar la salmodia monástica que como un lamento, que nace del corazón, busca la misericordia divina y quieres contemplar el lugar solitario donde viven  un grupo de monjes ermitaños que su único deseo es contemplar el Rostro de Cristo.
Pincha en este VIDEO.







lunes, 8 de agosto de 2011

Salve Cartujana

Salve, Regina misericordiae,  vitae dulcedo, et spes nostra, salve.

Ad te clamamus, exules filii Evae.  Ad te suspiramus, gementes et flentes  in hac lacrimarum valle.

Eia ergo, Advocata nostra,  illos tuos misericordes oculos  ad nos converte.

Et Jesum benedictum  fructum ventris tui / nobis post hoc exilium  ostende benignum.

O clemens! O pia!  O dulcis Maria!


martes, 26 de julio de 2011

33 MÁXIMAS

33 MÁXIMAS DE LA SIERVA DE DIOS SOR PATROCINIO


1. La gloria de Dios es lo que debemos desear en todo y por todo.

2. Con Dios todo se puede y todo se vence.

3. Todo es poco para Dios.

4. A Dios le debemos amar, por Dios sólo y no por lo que nos consuela.

5. La verdadera virtud consiste en la práctica de las virtudes sólidas y en una perfecta conformidad de nuestra voluntad con la que Dios, no queriendo más que sólo y precisamente aquello que Dios quiere.

6. La vida interior, que tan poco conocida es en la época presente, es la que más agrada a Dios.

7. Todo se hará llevadero, esperando que Dios proveerá en todo.

8. Las cosas exteriores poco son y de poco valen, si no van acompañadas de la vida verdaderamente interior.

9. Donde se busca a la Madre, se encuentra al Hijo, al Esposo, al Médico, al Consuelo, y al que es nuestra paz y verdadera alegría.

10. Hágase en todo la santísima, justísima y amabilísima voluntad de Dios, y en lo que permita sea su nombre bendito y glorificado.

11. Dios es todo providencia y misericordia; no hay más que confiar en Él.

12. Las dulzuras en la oración no son la mejor prueba de que el alma camina bien.

13. El camino segurísimo, no sujeto a engaños, es el de padecer, imitando al dulcísimo Jesús en su Pa sión, que, siendo Dios, suspendió todo lo que como Dios podía consolarle.

14. Las cosas, por muy buenas y santas que sean, si las falta la sal de la prudencia, se echan a perder.

15. Todo, todo el corazón en Dios.

16. La gloria de la Esposa de Jesús debe estar en todo interior.

17. La paz es una de las señales. de que la oración es fructuosa para el alma, y en la que Satanás no tiene parte, porque él lejos de darla, la quita.

18. El demonio es perro atado y la licencia que le da el divino Esposos, es para probar nuestra fidelidad.


19. El mundo miente mucho, es muy injusto, y por eso Dios le humilla tanto.

20. Toda obra de Dios tiene persecuciones, tribulaciones y penas. Es te es el gran sello con que su divina misericordia nos dice: Esta obra es mía.

21. Los hombres son de corazón duro y no atraen con eso más que la justicia de Dios, que pesa sobre ellos de un modo terrible.

22. Dios ve nuestros corazones, sabe lo que somos, lo que pensamos, lo que no podernos, nuestras tentaciones, los auxilios que nos comunica, la fuerzas que nos da, lo que nos protege en la tribulación, y según todo esto nos juzgará sin que pueda servir la disculpa.

23. Muy alegritas en Dios esperando que sus misericordias sobrepujarán en nosotras a todas sus obras, y nuestra Madre Inmaculada ostentará su poder con sus hijas.

24. Cuanto más aprieten los trabajos, más hay que amar al que bondadoso nos los manda.

25. Los grandes cargos de nada sirven, sino de mayor responsabilidad.

26. A trueque de que no se cierre un Templo del Dios vivo, pasaría yo todos los trabajos del mundo.

27. La justicia de Dios debe estar sumamente irritada, los pecados se aumentan cada día, y nuestro Dios se va desobligando por nuestra misma conducta.

28. Muy corto es el número de las almas que tratan de veras de desagraviar al Señor y de adorarle en espíritu y verdad.

29. No hay más que unirse cada día más al sacratísimo y pacientísimo Corazón de Jesús.

30. El que confía en Dios, por muy desgraciado que lo crea el mundo, siempre es feliz.

31. ¡Dichosos trabajos! ¡Dichosos desconsuelos! si llevados con santa resignación y amor de Dios, nos acercamos más a aquél divino Esposo que no hizo más que padecer y sufrir.

32. Ánimo, hijas mías, subamos al Calvario y desde allí, protegidas de la sombra de nuestro fidelísimo y Divino Esposo y su Virgen Madre, desafiemos al mundo, al infierno y todos sus secuaces.

33. Hagámonos dignos de que Jesús se digne encerrarnos en su Santísimo Corazón.

miércoles, 20 de julio de 2011

INSTRUCCIONES PARA EL ALMA



María de los Dolores Quiroga y Capopardo, más conocida por su nombre en religión de Sor Patrocinio, nació en la finca Venta del Pinar, en el término de San Clemente (Cuenca) el 27–IV-1811 y murió en Guadalajara el 27-I-1891. Profesó en la Orden de las Concepcionistas Descalzas Franciscanas, y fue abadesa y fundadora de diecinueve conventos, mujer de gran virtud a la que Dios concedió dones y carismas espirituales extraordinarios. En 1830 recibió la impresión de las llagas. Sor Patrocinio fue una mujer extraordinaria, no sólo por su belleza física y por su inteligencia sino, sobre todo, por su singular vida de santidad. Testigos de distinta extracción social, entre ellos la reina de España Isabel II, han dado su testimonio en favor de sus revelaciones, de sus éxtasis, de sus milagros y, sobre todo, de sus estigmas extraordinarios que la hicieron pasar a la historia como "la monja de las llagas".





INSTRUCCIONES DE SOR PATROCINIO

1. Esto es lo que ansío en este mundo: que todas mis Religiosas vivan en Dios, por Dios, y dedicadas enteramente a u Dios, de un modo franco, sencillo, inocente y nada hazañero, a imitación de nuestra inmaculada Madre.

2. Elevad, Hijas, un poquito el espíritu de la miserable tierra, para fijarle en el cielo, que es nuestra patria.

3. Mi único deseo es que mis hijas se santifiquen sirviendo de consuelo al Corazón amantísimo de Jesús, de alegría a la Iglesia, y de edificación a sus prójimos.

4. La oración es la llave dorada con que se abren las puertas del cielo, y también se penetra con ellas hasta el mismo corazón de Dios

5 Hay que mirar mucho el espejo del Corazón de Jesús doliente, para ver que espinas hemos clava do en Él.

6. Si la religiosa tiene presencia de Dios, desde que se levanta hasta que se acuesta, sus pensamientos de la mañana serán santos, los sueños de la noche pacíficos y su vida escondida en Cristo Jesús.

7. Si siempre miramos a Jesús llevándole delante de nuestro espíritu, ¿cómo es posible que a presencia de aquella humildad, sin ejemplo, seamos rebeldes a su voluntad?

8. Al felicitaros el nuevo año, os deseo un año escondido en Jesús y María.

9. Seguir las pisadas de Jesús y su Inmaculada Madre; esto, esto es lo que ha de dar la salud y vida eterna a la Religiosa.

10. La verdadera vida espiritual no consiste en hacer muchas cosas, sino que las que se hagan sean sólo por Dios, por su amor, y unidas al amor, caridad y obediencia a Jesús.

11. Hijas mías, hay que ser mortificadas en lo interior del corazón; que si éste le destrozáis a fuerza de útiles y santas violencias, seréis mortificadas en lo exterior, obedientes a vuestras preladas y caritativas con vuestras hermanas.

12. No ceséis nunca de ver y oír a nuestra Inmaculada Madre en todas partes, y esto os dará una felicidad que el mundo no conoce.

13. Que pidan todas que la Triunfadora divina y misericordiosísima Madre triunfe por nosotras de todos nuestros enemigos, visibles e invisibles, y nos consuele cuanto sea su santísima voluntad.

14. Que la Santísima Virgen al subir al cielo os deje su manto virginal, donde estéis escondiditas para que Satanás, ni en vida ni en muerte pueda tocaros.

15. Celebrar mucho el día de nuestra Madre Purísima, de tanta gloria para ella y honor para nosotras que vestimos su santo hábito, del que no debemos desdecir nunca.

16. Que la santísima humildad de nuestra Inmaculada Madre sea vuestra más ardiente imitación, señalándoos por Ella como sus verdaderas y obedientes hijas.

17. Sobre todo, la presencia continua de su Dios, pues sí ésta la tienen y llegan a poseerla, todo lo demás, por muy áspero y difícil que sea, se les hará fácil.

18. Más quiero que me falte para pan que para cera.

19. No faltando para Dios y su Santísima Madre, El dará para lo de más.

20. Hay que seguir siempre el espíritu de la Iglesia, lo mismo en sus alegrías que en sus tristezas.

21. El mundo no concibe que se puedan poner velas a Jesús, a María Santísima y a sus Santos, y se carezca de otras cosas.

22. Procurad consolar al amante Corazón de Jesús, tan afligido hoy por los males que sufre la Iglesia y su soberano Pastor, por quien debemos derramar, si es necesario, hasta la última gota de nuestra sangre.

23. Pongo en todas mis Comunidades la vela continua al Santísimo Sacramento, porque no quiero que el Señor esté nunca sólo, sino que siempre tenga una esposa su ya que le acompañe.



24. Por lo mismo que los tiempos son malos y las ofensas a Dios y a su Santísima Madre muchas, debemos nosotras ser más fieles, más constantes, más mortificadas y más perfectas.

25. Si tenéis ahora penitas, sea Dios bendito, hijas mías, que se digna visitaros dando una pequeñita parte de su cruz, que vale más que todas las alegrías y tesoros del mundo.

26. Nunca es la religiosa más grande que cuando sometida a las disposiciones de Dios, se une a su dulcísimo Esposo Crucificado en sus dolores y no por sus alegrías.

27. Amad mucho a Dios, reparando las injurias que sin cesar recibe, pues parece que todo el infierno se ha desencadenado; por si le falta poco se aprovecha bien.

28. Suplicad a Dios mucho por tantas necesidades, y para que se aplaque su divina justicia, ofrecedle vuestro corazón, desnudo de todas las cosas de la tierra y adornado de todas las virtudes, para que así no pueda menos el Esposo de conceder lo que las Esposas, semejantes a Él, le piden.

29. Gozaos, hijas mías, en las sequedades, dar gracias a Jesús, porque os hace participantes de sus penas, sufrir con santa alegría, y jamás pidáis, ni queráis otra cosa que cumplir su santísima y adorable voluntad.

30. Pedid que se mitiguen las justísimas iras de Dios por algún tiempo; pues lo dicho a sus siervos se cumplirá aunque no sepamos cuándo, porque el Señor no dice palabra en balde.

31. Que seáis un campo de olorosas azucenas donde se recree el divino Jesús y reciba alivio de las muchas ofensas que constantemente recibe.

32. Os deseo aprovechadas y fortalecidas para seguir el camino trazado por el amante Jesús, sufriendo con El y subiendo al monte Calvario, si así fuese necesario a su honra y gloria.

33. Querer todas las cosas por Dios, en Dios y para Dios, con desprendimiento de las criaturas, sean ellas las que sean.

34. Cuando por Dios se hace, nada es; nada vale; todo, ha de avalorar la sangre del divino Jesús, sus meritos santísimos, los de su Santísima Madre; con ellos todo es gran de, todo es agradable a los ojos de Dios

35. Dad gusto a Dios y edificación a los seglares; que nos quiere muy perfectas, casi como ángeles.


36. Debemos asociarnos al gran triunfo de Jesús resucitado por medio de la santa oración y alegría santa, alegrándonos con su Purísima Madre, los ángeles y los santos.

37. En estos días santos de alegría de la Iglesia, uniros con ella y alabad a Dios acompañando el Gloria in excelsis Deo de los ángeles.

38. Os quiero muy unidas, muy contentas, muy amantes de Jesús Niño y muy serviciales con su Virgen Madre y con San José; pues con estas disposiciones preparareis una cuna muy buena para Jesús.

39. A1egraos mucho en estos santos días de Pascua, pero con la modestia religiosa que siempre deben manifestar las almas consagradas a Dios.

40. Que la santa paz reine en la casa de Dios, y que ésta prenda de virtud y de gloria, unida a una santa humildad, a una perfecta obediencia, y a un santo silencio, sean las joyas que presentéis a Jesús y María, para que ellos inunden de gozo vuestro corazón.

41. Alegraos en Dios y deshaceros en obsequios a su Purísima Madre, y que tiemble el infierno y ningún diablejo pueda arrimarse por los muros de esa casa de María.

42. No quiero tristezas ni desabrimientos, al contrario, alegría santa; pues el alma que en Dios vive, contenta está siempre, haciendo su santísima voluntad.

43. El coro es la antecámara del cielo, y si el coro va bien, todo lo de la Comunidad marchará bien.

44. Hijas mías, entre todas las virtudes, quiero de vosotras especialmente la caridad; pues si ésta no reina en el corazón de la esposa. Lejos de ella estará el Divino Esposo, que todo es paz y caridad.

45. Si supieseis lo que pasa entre el cielo y la tierra cuando se reza el Oficio Divino, desearíais que nunca se concluyese.

46. La vida escondida de Jesús hace a la religiosa caritativa y pronta a sacrificarse por el Bien amado de su alma.

47. Deseo que viváis muy unidas y conformes, no aspirando más que a santificaros.

48. La religiosa que tiene caridad, está en Dios y Dios en ella, por que es la misma caridad.

49. La murmuración es la polilla roedora de las comunidades; unida a la pasión favorita de Satanás, la envidia, destruye la heredad del Señor.


50. Cuando el alma posee la verdadera caridad, no ve ninguna falta en sus hermanas.

51. Que el convento sea un cielo, esto me alegra más que todas las cosas del mundo.

52. Hijas mías, la lengua es la que trae todos los males a las comunidades y al mundo entero.

53. Hablad poco con las criaturas y mucho con Dios y tendréis mucha tranquilidad.

54. La obediencia es la principal virtud de una religiosa.

55. Haced todas las cosas bajo la santa obediencia y así son más meritorias.

56. La religiosa que obedece puntualmente, Dios se encarga del oficio; pues con su ayuda siempre sale bien.

57. La santa obediencia es inseparable del buen espíritu

58. Las religiosas deben estar muy unidas a su Prelada, porque las ramas jamás pueden separarse del tronco sin que sean marchitas y después completamente secas.

59. Cuidado con faltar a la santa pobreza, no haciéndose propietaria la Religiosa ni de un alfiler, porque en la hora de la muerte todo da mucha pena a la religiosa moribunda.

60. Quisiera mandarte muchas cositas, pero estoy paupérrima, gracias a Dios.

61. Tened gran fe, que el que sostiene a los gusanillos que se arrastran por la tierra, no dejará perecer a sus esposas.

62. No faltéis vosotras a Dios, que Dios no os faltará a vosotras.

63. Es gracia especial de Dios, cuando en una comunidad permite que haya siempre enfermas, y si la enferma es habitual, tanto mejor; es prueba de que el Señor está en- medio de ella y que corre de su cuenta socorrerlas y consolarlas.

64. Hija mía, cuida a tus hermanas con la caridad y amor con que Jesús Enfermero divino, toma el pulso a sus Esposas enfermas.

65. Jesús te ayudará, animará y confortará a fin de que siempre consolada le sigas por el camino de la caridad y del amor con las enfermas.

66. La religiosa no debe querer la salud más que para alabar a Dios y servir a la comunidad.



67. Manifestad ser verdaderas esposas de Jesús y despreciad a Satanás huyendo de sus sugestiones; refugiaros en la sagrada llaga del costado de vuestro Esposo y bajo el manto de la Purísima Madre.

68. Tened siempre muy presente que una falta nuestra es más sentida por el divino Esposo y por nuestra amantísima Prelada (la Virgen), que las muy graves que cometen en el mundo los que no son tan favorecidos como nosotras.

69. Pide a Dios que se haga mí, de mí, y de todas mis cosas, lo que sea su santísima y adorable Voluntad; ni quiero más, ni pido más, ni deseo tampoco más.

70. La urbanidad no está reñida con la buena religiosa, antes al contrario, debemos siempre ser religiosas hasta en esto.

71. La prelada que se fija en seguir la letra y espíritu de su Regla, no debe acobardarse por nada, sino seguir impávida, digan lo que quieran.

72. No dejes introducir relajaciones, abusos ni corruptelas.

73. Pasadas las cosas de costumbre en las Pascuas, procurad pocas o ningunas dispensas.

74. Que en las cosas de Regla y Constituciones, seáis lo más puntuales posibles.

75. Hijas mías, la penitencia exterior es el camino, pero no el fin de la vida perfecta y religiosa.

76. Pedid siempre mucho por el triunfo de la religión y de la Santa Iglesia, que es lo que debemos desear sobre todo.

77. Ya sabéis el método que en Capítulos os tengo dado, por cuartos de hora, por media hora, renovad los propósitos, las frecuentes comuniones espirituales provechosísimas para el alma; y siempre a los pies de Jesús, esperando las migajillas que como a pobrecitas os dará el que es pan de ángeles.

78. Siempre conviene hablar poco, bien meditado y a tiempo.

79. Esta casa es de María y en ella sólo ha de haber paz y alegría

80. Nuestra Madre Purísima, como legítima Prelada, no dudo mandar a su Vicaria, de vez en cuando, para su gloria y honra de su In maculado Misterio.

81. La maestra de novicias necesita muchísimo tino, igualdad y prudencia.

82. Mucho cuidado con las instrucciones y ejemplos que se dan a las novicias, plantas tiernas en la Religión, que si en el noviciado se vician, siempre serán viciadas, y. nunca serán esposas fieles de Jesucristo.

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83. Inculcad mucho a las novicias el amor a la Religión Seráfica, infundiendo este amor en sus corazones, pues si no lo hacéis pesa sobre vosotras una responsabilidad inmensa.

84. La Virgen Santísima se resiente mucho de que la circunstancia de confesar con la Orden no se haga más favorita entre las hijas sujetas por la voluntad de Dios a la Religión Seráfica.

85. Mucho trabaja el enemigo común y conviene prepararnos y preparar a las jóvenes para la batalla, que el triunfo corre a cuenta de Dios.

86. Procurad seguir en toda nuestra santa Regla, nuestros usos y costumbres, no yendo ninguna a la reja, portería ni torno, sin licencia de la Prelada.

87. La mayor alegría para una comunidad, es tener con ella el Santísimo Sacramento.

88. Ya sabéis cuánto yo amo a las niñas, cuánto quiero que las cuidéis, mirándolas siempre como ángeles que guardan la Casa de su Dios defendiendo a sus esposas.

89. La humildad principalísimamente, unida a la caridad, no deja ver a la criatura más que la grandeza de Dios y su propia nada.

90. La Prelada debe ser humildísima, pero al propio tiempo, debe dar decoro al oficio que ocupa.

91. Confiad en Dios que es el que todo lo puede; los hombres no pasarán de la raya que el Señor les tenga marcada.

92. Pedid mucho, para que el Señor acelere los días de sus misericordias.

93. En todas las cosas nos conviene poner la confianza en Dios y la Santísima Virgen; por mi parte, por nada de este mundo tengo afán.

94. Nada puedo desearos mejor, sino que, después de una larga vida, empleada en la práctica de toda virtud, os encontréis en el cielo sin pasar por el purgatorio.

95. Que nuestra amantísima Madre María, cuyo corazón está abrasado en amor, transmita al vuestro sus amorosos incendios, cuyas chispas amorosas prendan en el corazón de todas mis hijas, para que alaben, bendigan y glorifiquen a Dios.Madre Patrocinio


viernes, 8 de julio de 2011

ENTRE EL “RUIDO” Y LA “PRISA”





Aprendamos a vivir plácidamente entre el ruido y la prisa.



Recuerda que la paz puede estar en el silencio. Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos. Di la verdad, tranquila y claramente.



Escucha a los otros, aunque sean torpes e ignorantes: cada uno de ellos tiene también una vida que contar.Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el espíritu.



Si te comparas con los otros, puedes convertirte en un hombre vano y amargado: siempre habrá cerca de tí alguien mejor o peor que tú. Alégrate de tus realizaciones como de tus proyectos.



Ama tu trabajo, aunque sea humilde; es el tesoro de tu vida.

Sé prudente en tus negocios, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúplos. Pero que esta convicción no te impida reconocer la virtud; hay muchas personas que luchan por hermosos ideales; y la vida está llena de heroísmo.



Sé tu mismo. Sobre todo no pretendas disimular tus inclinacines.

No seas cínico en el amor, porque cuando aparece la aridez y el desencanto en el rostro, se convierte en algo tan perenne como la hierba.



Acepta con serenidad el consejo de los años y renuncia sin reservas a los dones de la juventud.

Fortalece tu espíritu, para que no te destruyan inesperadas desgracias. Pero no te crees falsos infortunios.



Muchas veces, el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin olvidarte de una justa disciplina, se benigno contigo mismo.

jueves, 30 de junio de 2011

Consideraciones de Doce ANACORETAS




En cierta ocación un grupo de doce anacoretas, sabios, santos y espirituales se reunieron y se exigieron que cada uno dijese aquello en lo que se esforzaba en su celda y lo que en ella consideraba espiritualmente.



1. Y dijo el primero, el más anciano de todos: “Yo, hermanos, desde que empecé a morar aquí, me crucifiqué del todo a mí mismo en todas mis obras exteriores, recordando lo que está escrito: “Rompámos sus coyundas, sacudamos su yugo” (Sal 2, 3). Y edificando como un muro entre el alma y las obras corporales, pensé para mí: “Del mismo modo que el que está detrás del muro no ve lo que hay fuera, del mismo modo no quieras ver tus obras exteriores, sino mírate a ti mismo, apoyándote todos los días en la esperanza en Dios. Por eso los malos pensamientos, deseos, los considero como prole de serpientes y escorpiones. Y si alguna vez siento que nacen en mi corazón los conmino violentamente y los arrojo con ira. Y nunca ceso de enfrentarme con mi cuerpo y mi mente para no hacer nada malo.”



2. El segundo dijo: “Yo desde que renuncié al mundo, dije: “Hoy he vuelto a nacer, hoy he empezado a servir a Dios, hoy he empezado a morar aquí: pórtate cada día como peregrino y el día de mañana serás libre. Esto pienso conmigo mismo cada día.”



3. El tecero dijo: “Yo al amanecer subo a mi Dios y adorándole me postro, confieso mis culpas, y bajando, adoro a los ángeles de Dios, pidiéndoles que rueguen a Dios por mí y por todas las criaturas. Y cuando he terminado, desciendo al abimso, y como lo hacen los judíos en Jerusalén, que se golpean y con lágrimas y llanto lloran la desgracia de sus padres, yo del mismo modo atormeto mis propios miembros y lloro con los que lloran.”



4. El cuarto dijo: “Yo estoy aquí como si morase en el monte de los Olivos con el Señor y sus discípulos. Y me dije a mí mismo: “A nadie trates según la carne sino imita a quellos en su trato siempre celestial, como María a los pies de Jesús sentada y escuchando sus palabras. Vosotros pues ser perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial (Mt 5,48), y Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29 ).



5. El quinto dijo: “Yo miro a los ángeles que suben y bajan llamando a las almas y espero mi fin diciendo: A punto está mi corazón, Oh Dios, a punto está mi corazón. (Sal 108, 2).



6. Dijo el sexto: “Yo he decidido escuchar cada día las palabras de Dios que me dice: Trabajad por mí y yo os daré el descanso. Luchad todavía un poco y veréis mi salvación y mi gloria. Si me amáis, si sois hijos míos, acudid con oración al Padre. Si sois hijos míos, acudid con oración al Padre. Si sois mis hermanos, avergonzáos por mi causa, como yo padecí tanto por vosotros. Si sois ovejas mías, seguid la pasión del Señor.”



7. El séptimo dijo: “Yo medito continuamente y me repito a mí mismo sin cesar, acerca de la fe, esperanza y la caridad, para que por la esperanza, viva con alegría, por el amor nunca jamás cause pena a nadie y fortifique mi fe.”



8. El octavo dijo: “Yo espero al diablo que busca a quien dovorar, y donde quiera que él va le espero con mis ojos interiores y apelo al Señor Dios contra él, para que no haga mal y no venza a nadie, sobre todo entre los que temen a Dios.”



9. El noveno dijo: “Yo cada día contemplo la iglesia y sus virtudes angélicas, y veo al Señor de la gloria en medio de ellas brillante sobre todas. Cuando me aparto de esto subo al cielo, contemplo las admirables bellezas de los ángeles y los himnos que dirigen continuamente a Dios y sus dulces tonadas, y repito sus cantos y voces y su suavidad, para recordar lo que está escrito: Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento (Sal 19, 2). Y pienso que todo lo de la tierra es ceniza y basura.”



10. Dijo el décimo: “Yo establecí junto a mí al ángel de mi guarda y me guardo a mí mismo recordando lo que está escrito: Pongo a Yahvéh ante mí sin cesar, porque él está a mi derecha no vacilo (Sal 16, 8). Por eso le temo para que me guarde en sus caminos y suba cada día a Dios, dirigiendo mis obras y palabras.”



11. Dijo el undécimo: “Yo establecí conmigo mismo imponer a mi persona las virtudes de la abstinencia, castidad, benignidad, amor, y rodeándome con ellas, donde quiera que voy me digo a mi mismo: ¿Dónde están sus secuaces? No te acobardes, no desfallezcas, teniéndolas siempre junto a tí. A los que gusten, háblales de la virtud, para que después de su muerte sean testigos tuyos ante Dios, porque encontraron la paz en ti.”



12. Dijo el duodécimo: “Vosotros, Padre, tenéis muchas cosas celestiales y poseéis la sabiduría del cielo. Yo no tengo nada de eso. Os contemplo en las alturas y os considero muy superiores a mí. ¿Qué puedo decir?. Por vuestra virtud habéis sido elevados de la tierra y sois ejernos a ella. ¿Qué puedo decir?. No mentiré si os llamo ángeles terrestres y hombres celestiales. Yo empero me juzgo indigno, veo que mis pecados, donde quiera que voy, van delante de mí a derecha e izquierda. Me coloqué a mi mismo en el infierno diciendo: Estaré con aquellos que son dignos de mí, con estos te encontrarás dentro de poco tiempo. Por eso veo gemidos y lágrimas incensantes que nadie puede narrar: veo el rechinar de dientes, el levantarse de los cuerpos que tiemblan de los pies a la cabeza,y arrojándome al suelo, besando la ceniza, ruego a Dios, que no experimente jamás la caída de aquellos. Veo un inmenso mar de fuego ardiente, y las olas de fuego parecen alcanzar hasta el cielo, y en aquel mar tremendo veo innumerables hombre hundidos y agresivos que gritan y aullan a una sola voz, como nunca había oído gritar a aullar en la tierra, ardiendo como áridos matorrales y a la misericordia de Dios que se aparta de ellos por sus injusticias. Y entonces sufro por el género humano, que se atreve a hablar o esperar algo, estando el mundo lleno de tantos males. Y mantengo mi mente, meditando con llanto lo que dice el Señor, juzgándome indigno del cielo y de la tierra, considerando lo que está escrito: “Son mis lágrimas mi pan, de día y de noche.” ( Sal 42, 4 ).



Estas son las respuestas de los sabios y espirituales Padres y venga sobre nosotros su digna memoria, para que podamos mostrar con obras los relatos de sus vidas, para que convertidos y hechos inmaculados, perfectos e irreprensibles, agrademos a nuestro Salvador. Al que sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.